lunes, 26 de diciembre de 2011

Sueños perdidos...

Es tarde. A unos cuantos minutos de que termine la navidad, pues si no me equivoco solo es un día. Estoy sentado en la barra de la casa de mis padres, con un cafe a un lado, La Dama recibiendo mis pensamientos y una maraña de ideas que intentan dilucidar una entrada coherente para este blog.

Se que ustedes lectores míos no tienen porque conocer mis rutinas ni mis manías a la hora de dormir, mucho menos mis terrores, pero es algo que se hace necesario para poder hacerles entender el sentimiento que ahora me embarga.

Soy lo que podrían llamar un búho o una lechuza, pues duermo normalmente hasta tarde y mi cerebro comienza a trabajar hasta pasada media mañana. Usualmente duermo 8 horas y mi reloj biológico es el encargado de regular dichas horas como si de un reloj suizo se tratase.

Tal vez me he obsesionado un poco con los sueños, pero es debido a una sencilla razón: No sueño. Sí, aquellas alucinaciones del consiente que administra el subconsiente me han sido privadas por varios años.

Anhelé fervientemente poder tener esa paz matutina que traen consigo las falsedades que nuestro cerebro nos regala por la noche. Aquellos, recuerdos construidos con nuestros deseos, con retazos de nostalgia y rebanadas de melancolía sazonados con los miedos mas profundos que tenemos.

Los anhelé porque mi mente no tenia paz ni un minuto, porque mi cuerpo ya casado de pensar siempre durante el día no tenia ni un poco de diversión en la noche, su entreteniumiento que le daba la relajación para poder funcionar correctamente.

El estrés fue el causante, y la ausencia de sueños solo aumento mi estrés hasta convertirlo en ataques de ansiedad que me llevaban a pensar en navajas, pistolas y copas rebosantes de un liquido carmesí. Intentaba alejar los pensamientos obsesivos con trabajo, pero solo era cambiar de obsesión, no era una solución.

Al final, sin saber que hacer decidí obligarme a soñar.

Todos tenemos amigos de dudosa reputación que se mueven por submundos que creemos que solo aparecen en las películas y fue a uno de ellos a quien decidí acudir por algunos de esos narcóticos que no necesitan receta y si mucha discreción y dinero.

Los viajes eran espectaculares, no puedo negarlo. Era como darle una pausa al intenso tren de raciocinio que había tenido por los últimos años. Pero eran efímeros. Y es que por muy fugaces que sean los sueños esos no se borran, permanecen ahí guardados e influencian en nuestro carácter, en nuestro comportamiento. Es como un frasco con una etiqueta de "Crecer y Madurar" lleno de canicas donde cada canica es un sueño que representa algún aspecto de nuestra vida que ya hemos pasado y superado. Incluso los sueños placenteros donde se hace realidad lo que más queremos es una forma de automotivación para lograr en la realidad esos deseos. En cambio, los viajes psicotrópicos son efímeros, divierten, entretienen y dejan descansar la mente, pero su presencia se esfuma como alcohol etílico en la mano.

Los viajes nunca pasaron de 3 por semana, y después de 4 semanas vi que los efectos eran cada vez menores. Los sueños que tenia mientras estaba despierto con esas sustancias jugando en mi cabeza eran sumamente repetitivos y carecían del aura de misterio y solemnidad de los verdaderos sueños.

Sin tener solución a mi problema, que más que problema era una simple y llana situación de incomodidad con mi propia personalidad carente de una madurez onírica, fui a platicar con un viejo amigo al que no veia en mucho tiempo.

Alex era un gran amigo que había conocido en la universidad. De talante misterioso y conversación amena era la única persona a la que me daba confianza confesarle el problema por el que había estado pasando.

Cuando lo vi llegar al cafe Revolución tenia a su espalda el parque delegacional y aun mas atrás un tumulto de estudiantes de la secundaria 54. Su andar descuidado y ojos mansos que dibujaron una sonrisa que seguramente no cuadraba con las ojeras que tenia.

Los ojos que mostró después de contarle no los habia visto nunca. Tenian una seriedad que no le quedaba a la cara bonachona y aun asi infundaba respeto. El halo de misterio con el que pronunció su mensaje fue estremecedor.

Me pido que guardara la calma, que lo que híba a hacer era completamente inofensivo, que no me explicaba porque lo hacia porque a menos que experimentara la cura no podría creer su origen. Y así, sin mas tomo un cigarro, lo encendió y lo chupo hasta la colilla sin saca un un poco d humo.

Después, los labios de Alex formaron una pequeña y perfecta o por donde salió el humo despacio, con una lentitud antinatural. En vez de comenzar a subir y esparcirse comenzó a envolver toda la mesa en la que estábamos. Por mi mente cruzo la idea de que alguien debía ver lo que pasaba y debía tener tantas dudas como yo, pero si alguien se percato no dijo nada, al igual que yo. Alex pronuncio una palabra que a mis oídos parecía impronunciable y que de alguna manera me evoco al zapoteco de algunas canciones que había escuchado. Debió de ser algún tipo de orden porque el humo inmediatamente se movió con una gran velocidad y para cuando me había dado cuenta ya había entrado por mi nariz, pasando por mi garganta quemando mi pecho y alojándose en mis pulmones que gritaban por exhalar la negrura que los invadía.

Me levante de la mesa, asustado y sin poder expulsar el humo de mi pecho. Quemaba de una manera indescriptible, y aunque poco a poco parecía menguar el ardor el terror solo se incrementaba a con el visión de mi viejo amigo vestido de negro con el cabello corto y despeinado sonreír de una manera maquiavelicamente satisfactoria. Corrí hacia mi auto y me fui sin decir una sola palabra.

Llegando a casa el temor infundado había dado paso a miles de preguntas y un cansancio tremendo. Intente dilucidar algunas de las preguntas en el diván de la sala pero mis párpados ganaron una batalla sin ningún esfuerzo y emprendí por primera vez en 4 años un viaje al mundo onírico que esta más allá del consiente.

Ha pasado más de una semana desde que vi a Alex y toda la semana he estado soñando. Es como si tuviera de vuelta algo que había perdido. Como si al momento de acostarme tuviese un interruptor encendido que me permite volver a soñar aun si duermo solo 10 minutos por la tarde.

No tengo manera alguna de explicar porque ha sucedido, lo que esta claro es que tengo que agradecerle a Alex. Lo he citado para mañana en el parque hidalgo, en el centro de la delegación. Algo en mi me hace temer la reunión, pero otra parte, la mas fuerte, me dice que debo hablar con el así que seguramente mañana este en una banca con aquel viejo amigo que ahora me parece un completo desconocido.

domingo, 9 de octubre de 2011

Alucinaciones...de un viejo muerto...

Era tarde y el viento soplaba con fuerza moviendo árboles y basura por igual. La avenida amplia y sin camellón se extendía por delante con dos aceras. Alex caminaba sobre una de ellas, con un muro a su derecha. Su paso acelerado delataba su nerviosismo por tener que caminar por un lugar lóbrego y solo a tan altas horas.

Caminó varios metros más y comenzó a ver a su izquierda el edificio de la Secretaria para la Defensa del Trabajador, las bodegas abandonadas un poco más allá y más adelante un puente peatonal que cruzaba la avenida, bien iluminado en el pasillo pero demasiado oscuro en las escaleras. Continuo su andar con pasos cautelosos, girando de vez en vez su cabeza.

Bajo la oscuridad emitida por la lampara rota que se erguía sobre las escaleras del puente comenzó a divisar una forma, una figura. Dio tres pasos más y ahora era un bulto del tamaño de un hombre. Sus siguientes dos pasos se hicieron más lentos, mas cautelosos. Y efectivamente, un hombre estaba sentado en las escaleras del puente, recargado en el pasamanos cual si estuviese durmiendo.

Su mente se había apagado y el miedo comenzaba a tomar el control de sus extremidades, poco a poco, a cada paso que daba hasta que por un instante no movió un solo músculo. El aire frío volvió a aullar, los arboles se cimbraron y la basura se elevo varios centímetros y viajo algunos metros a lo largo de la banqueta. Parpadeo y sacudió su cabeza. El temor se alejo rápido y su corazón dejo de correr incontrolablemente. Reanudo la marcha con pasos tranquilos pero veloces. Seguía siendo tarde.

Al cabo de algunos pasos su cercanía con el viejo vagabundo lo ponía cada vez mas tranquilo, no estaba moviéndose por lo que parecía inofensivo. Repentinamente un carraspeo resonó a través del aire, sonoro y seco como el de un enfermo. Su piel reacciono con el miedo y su corazón comenzó la rápida carrera nuevamente. Movió ligera y lentamente la cabeza hacia el vagabundo y lo que vio a los escasos dos metros de distancia a los que estaba le perturbo más que cualquier cosa que se hubiera imaginado.

El viejo debía haberse orinado encima, eso debía ser. El charco que se formaba debajo no podía ser otra cosa. Un nuevo sonido, un quejido esta vez. No parecía amenazador, sino lastimero. Como un perro herido. Pero no podía ser. Debía haberse meado encima. Y fuese lo que fuese no esperaría para saber que es lo que había pasado. Comenzó su huida y cuando llevaba dos pasos, los dos malditos pasos que nunca debía haber dejado que fueran solamente dos, escucho unas palabras que provenían de una voz gastada por los años:

-Ayúdame, por favor…

Sabia que no debía detenerse, sin embargo lo hizo. Sabia que no podía arriesgarse, que podría ser una trampa pero su conciencia no estaría tranquila, y aunque llegase sano y salvo a casa no podría dormir esa noche, ni la siguiente. Fue así que se dio la vuelta, se acerco al viejo y le ayudó.


El viejo era bajo, pequeño, y muy pesado. Su voz tenia un tono tranquilo cuando le daba las indicaciones, era un anciano afable de no ser por la sangre que le cubría la mitad del cuerpo.

Lo guió por la calle principal y una cuadra más adelante dieron vuelta internandose en la Santa Catarina, una antigua colonia con pequeñas callejuelas y callejones sin salida, una colonia mas bien pobre donde no abundaban las construcciones completas y el panorama era de un gris ladrillo que no alcanzaba a verse a esas horas de la noche. Alex no solía entrar en esa colonia de día, y de noche el corazón se le encogía solo de pensar en pasar por los alrededores.

Y ahora estaba ahí, con un viejo sangrando que se rehusó por completo a que llamara a una ambulancia. Pero no importaba, porque lo dejaría en su casa y si quería morirse en su casa ya no era su responsabilidad. No podía cuidarlo por siempre, y además, era libre de dejarse morir si así lo quería, eso era lo correcto.

La pareja se detuvo frente a una puerta blanca, con manchas negras de suciedad y flanqueada por un alto muro de ladrillos grises, el lugar parecía abandonado y antiguo. Los muros resguardaban unos pequeños cuartos al fondo del terreno. El resto había sido dejado crecer con total libertad y los árboles, pasto y plantas crecían por doquier.

Pero eran dos jacarandas las que dominaban, al frente de los cuartos y que resguardaban el camino una a cada lado. Altas y hermosas hacían lucir la vegetación del lugar de una manera extraordinaria. Como si su presencia diera orden al enredado caos de plantas que se postraban a sus raíces, su circunferencia era respetada y solo las pequeñas flores violetas ya caídas habitaban su sombra.

Caminaron el sendero de piedra que, como casi todo, había sido invadido por el pasto. La puerta de los cuartos estaba abierta por lo que pudieron entrar sin problemas.

El cuarto estaba decorado de una manera muy peculiar. El papel tapiz parecía tener 50 años en las paredes, los muebles eran de diversos tamaños y estilos. Y los colores, extrañamente todos de tono claro que resaltaba con las oscuras paredes y formaban un ambiente ambivalente entre sentimientos de paz y oscuridad.

El viejo se dejo caer en un sofá que estaba al lado de una pequeña mesa del lado izquierdo de la habitación. Por su parte Alex sin pensarlo fue a sentarse en un diván al otro lado del lugar viendo como el viejo en completo silencio sacaba una caja de un cajón de la pequeña mesa. De la caja salieron trozos de lo que parecían piedras pequeñas. Con manos diestras las coloco en un recipiente circular y les prendió fuego. Era incienso.

La respiración de Alex se fue calmando poco a poco, el esfuerzo de la caminata lo había dejado exhausto. Ya con aire en sus pulmones se atrevió a preguntar al viejo sobre su condición, sobre lo que le había sucedido.

--Una pequeña herida solamente, como te había dicho antes…pero soy viejo y me es más difícil reponerme y curarme. Los siglos no pasan en vano, solo las montañas son indiferentes al tiempo, y aun con su indiferencia, el tiempo las cambia poco a poco.

La voz del viejo era fluida, correcta. Si no lo estuviese viendo pensaría que la voz era de un hombre mucho menor. Alex no se dio cuenta, pero su respiración se había calmado por completo, y se sentía cómodo en el diván.

--¿Cuál es tu nombre chico?

--Alejandro, ¿y el suyo?

--Así que te llaman Alejandro, Alex ¿no? A mi me llaman Juan Carlos…mi verdadero nombre, aquel con el que me bautizó la naturaleza lo he olvidado…ha pasado mucho desde que…Pero dame tu mano hijo, que no podré saber tu nombre así.

Si Alex hubiera escuchado esto en otro lado, en otras circunstancias y si, quizá, el viejo no tuviese esa fluidez y constancia en la voz, esa cadencia entre palabras que no le dejaban pensar, hubiera salido corriendo para dejar de escuchar la cantaleta del viejo. Pero no fue así, en cambio, estiro la mano mientras daba dos pasos al frente para que el viejo tuviera su mano al alcance.

--Ya veo…así que el destino tiene forma de chico serpiente. Quetzalcóatl tiene un perverso sentido del humor, como siempre. Bueno hijo, creo que hay cosas que debes saber…toma asiento otra vez.

Y las palabras del viejo, como ordenes de un comandante, fueron ejecutadas por el chico, que no entendía el monologo que escuchaba pero que no quería perderse ni un solo detalle.

Ya sentado esperando a que el viejo continuara con el monologo, pudo apreciar por un momento el orden de todo lo que le rodeaba. Los libros en los muebles estaban ordenados de siete en siete, separados por una piedra. Los asientos estaba uno frente al otro, como si el viejo soliese llevar gente y platicar tal como lo estaba haciendo en ese momento. Cada asiento tenia una pequeña mesa a la derecha, era como un espejo invertido, era como estar en un circulo de yin y yang.

El viejo respiro hondo y luego dijo con su cadenciosa voz el que seria su ultimo discurso, su ultimo monologo:

--Soy viejo, tan viejo como nuestro pueblo. Fui uno de lo primeros guardianes que tuvo el pueblo de Quetzalcóatl. Soy viejo y mi alma esta cansada…se ha ido difuminando con el pasar de los siglos. Ahora muy pocos recuerdan las viejas palabras, la vieja lengua.

>>Todos nacemos con apenas un poco de alma, es lo que los dioses nos regalan, lo que nuestra madre nos brinda. Es mentira que las personas se formen con el tiempo. Algo ya esta en nosotros, algo de nuestros padres, algo de nuestros dioses, al momento de nacer. Ese algo es apenas un mota de polvo en el universo, y no puede mas que mantener la vida.

>>Al crecer, amar, odiar, al vivir pues, nuestra alma crece y se transforma, cambia con nosotros en el sendero de la vida. El alma no es algo fijo, algo que esta ahí siempre y de la misma forma. Las emociones le afectan, la sabiduría la engrandece. Es por eso que las personas eran juzgadas por quienes fueron y por como murieron, pues en su ultimo sentimiento, y en el vivir de cada día estaba la respuesta a la expresión que tendría el alma de los difuntos y por tanto, el lugar de pertenencia en el Mictlan.

>>El hombre antiguo, aquel que vino de oriente y talló gigantescas figuras que aun hoy son causa de asombro traía consigo el conocimiento prohibido. El conocimiento que derrumbo la maravillosa ciudad que yace en el lecho marino, ahora ya sin nombre. El sabía la manera de transformar el alma, de manipularla. Si manipulas el alma, tendrás el control sobre la persona. Eso es lo que mi gente ha resguardado siempre. Es lo que ellos han querido siempre. Es lo que guardaras tu desde hoy.

>>No fue casualidad que me ayudaras, fuiste guiado por una fuerza superior. Llámale destino si te parece bien. Pero ayudarme no es lo que se recordara de esta noche. De esta noche solo recordaras la maldición que este viejo decrépito pondrá sobre tus hombros. Solo podrás pensar en el terror mortal del tiempo y llorar por el futuro inminente. Nada te salvara y ni la muerte te buscara.

Acto seguido, el viejo hombre cerro los ojos y comenzó a entonar una cantaleta en algún idioma desconocido. Sus manos se levantaron de su regazo y comenzaron a trazar figuras en el aire, en el humo del incienso. Las figuras que formaba movían los sutiles hilos de humo y éste permanecía inmóvil flotando en el aire sin difuminarse. Cada vez la figura crecía y se ensanchaba en sus formas y la cantaleta cada vez mas lenta poseía palabras mas largas.

Alex, fascinado con las imágenes que veía, asombrado con los palabras que escuchaba, se encontraba ensimismado, sin poder mover músculo alguno, sin reaccionar ante el momento inminente en que un viejo sacaba parte de su alma de su cuerpo y le daba forma con el humo de un incienso que había sido prendido durante miles de veces antes, cientos de años atrás.

El humo era ahora el glifo de un conejo, su imagen inmóvil en el volátil y cambiante aire de la habitación, comenzó a caminar alrededor del viejo, con pequeños y gráciles saltos. El viejo calló. Sus manos se detuvieron. Se le apreciaba cansado, agitado. Su piel estaba cenicienta. Por primera vez en toda la noche, el viejo se veía realmente como un viejo. Como alguien que ha caminado un largo sendero y pide un momento para descansar durante un pequeña eternidad.

Una palabra fue con la que termino su cantaleta, una palabra inteligible, una palabra pocas veces pronunciada en la tierra. Una palabra que solo podían pronunciar pocas personas en la tierra. Una palabra que carecía de significado, de origen y de destino pues era todas esas cosas al mismo tiempo. Era el significado y el origen y era el destino y el futuro. Era la palabra de la existencia. La palabra que tantos habían buscado antes, la palabra creadora, la palabra del rey chaman, del alquimista supremo. Una palabra que hizo salir en pequeñas gotas la sangre del viejo y unirse a su alma que saltaba en la habitación. Una palabra que hizo de su ultima voluntad una realidad.

Alex vio todo. Y no pudo moverse, como si férreos lazos le atasen. Tampoco pudo gritar cuando vio salir la sangre del cuerpo del viejo y esparcirse sobre el suelo y ver como la nube de humo saltaba, como jugando sobre la sangre, manchando sus pequeñas patas.

El conejo salto después al regazo de Alex, y vio como se dispersaba su forma, desapareciendo en el aire de su respiración al tiempo que sus pulmones se llenaban con el dulce humo del conejo.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Pensamientos...

En la encarnación de mi ser, en la humanidad que no puedo evitar, los pensamientos fluyen en el cerebro como el agua por los ríos. Es inevitable la conexión entre la belleza y tu nombre, entre lo eterno y tu mirada. Son los pensamientos los que no controlo, los que escapan de mi guardia.

Las palabras que brotan saltarinas de mis dedos, aquellas que llegan a tus ojos. Son las palabras que que forman esos pensamientos. Son la maldición de mi existir y la panacea de mi alma. Sin decirlas brotarían de mi pecho rasgando mi cuerpo; y al decirlas sentencio mi destino, lo entrelazo a esas palabras y a la ambigua interpretación en tu mirada. Estoy sentenciado por el destino, el destino de mis palabras.

Y sin embargo, no estoy jugando con el Predestino, aquel inexorable que rige la vida en momentos inoportunos, aquel ser grotesco de alas delgadas y mirada aferrada, con pensamientos irreales y actuares mortales, que se rige a si mismo, y marca el paso del mundo: el odiado Predestino.

Intento furtivamente hablar mis pensamientos a escondidas del Predestino, juego con los hilos de mis pensamientos sin mezclar los hechos. Avanzo como reptil en el agua y forjo mis sentimientos sin ser guiado por el sendero.

Quiero darle forma y color, quiero crear una balsa de amor, que avance por impulso propio, que surja del agua sin ayuda y se gobierne por mi solo. Que no tome corrientes prestadas.

Por eso hago pensamientos ocultos, hilo palabras desnudas y forjo deseos robustos, por eso me escondo del monstruo, para terminar mi vida a mi modo.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Divagaciones...

El día de hoy fui a un festival escolar por las llamadas fiestas patrias y me sorprendió ver como algo que fue un movimiento nacido de las necesidades mas apremiantes de una sociedad oprimida es recordado con canciones, motivos y frases de menos de un siglo atrás.

Recuerdo que la presentadora del evento mencionaba entre bailable y bailable que estábamos celebrando un gran día, que lo que presentarían los alumnos a continuación era una muestra de la "gran" cultura mexicana.

Me partió el alma escuchar eso. Escuchar que niños sin cuidado y respeto de una cultura de la que forman parte y aun no entienden intentan mostrar esa cultura que los adultos, que deberían inculcarles el amor y apego a la cultura y en cambio solo dejan al aire las palabras vacías que todos repiten sin sentido año con año, década tras década.

¿Quién ha sentido en estos días la opresión, la necesidad de libertad? ¿Quién ha sentido un fuste en la espalda? ¿Cuantos saben lo que es un trabajo pesado, de sol a sol, en el campo?

Ni de cerca podemos imaginar lo que sufrieron nuestros antepasados doscientos años atrás. Ni de cerca podemos entender sus motivos, y mucho menos si los recordamos con canciones y fiestas donde lo que sale a relucir es todo menos su memoria. Este tipo de fiestas en mi muy particular punto de vista lo único que aportan es una capa mas de olvido a nuestras raíces, a nuestros valores, a nuestra personalidad como nación.

Yo no festejo el 16 (¿o era 15 mis amados presidentes?), pues no me gustan las fiestas, y ésta en particular va en contra de lo que pienso. No celebro, pero acompaño a los que lo hacen, pues no hay de otra.

Yo intento ser mejor en mi propia persona, intento conocer mi país, mi gente, intento entenderla, tanto la pasada como la presente, pero cada vez me es mas difícil entender la sociedad actual.

Y me siento orgulloso de mi país, de mi gente, la pasada principalmente y mucha de la actual, pero no toda.

Hace dos días estuve en una fiesta patria, que tenia como objetivo el mismo que la anterior. De igual manera no vi los motivos de fiesta en los rostros de los asistentes, esta vez no eran niños, todos adultos con estudios. ¿Y cuál fue la diferencia entre ambas celebraciones? De fondo no pude percatarme de ninguna, y eso me llena de tristeza.

Algo que vale la pena resaltar es que la celebración de adultos tuvo mayor seriedad en la organización, mayor respeto por la patria y la gente, pero siguió faltando el motivo de la reunión, ese motivo que deberíamos proclamar en todos lados y a pulmón vivo. Y no, no es el clásico ¡Viva México!, yo pienso en un grito que exprese una gratitud por la libertad, por la sangre derramada, por los sueños rotos, truncos y olvidados de aquellos que pelearon por si mismos y a la vez y seguramente sin saberlo, por un futuro del que hoy en día gozamos. ¿Qué grito podría ser ese?

martes, 13 de septiembre de 2011

Sueños...

En los sueños duermo,
volando entre ilusiones,
sin guardar pretensiones.

En los sueños muero,
mientras doy de alimento mis ojos
pues abajo no necesito el decoro.

En los sueños rezo,
porque el fuego sea lento
y no sepan que miento.

En los sueños siento,
dolor por los días venideros,
pues la alegría me invade muy lento.

En los sueños veo,
demacradas alucinaciones,
que plantan la duda y el deseo.

En los sueños creo
y por ellos muero.

Larckov

lunes, 18 de julio de 2011

Alucinaciones...de un viejo muerto, parte 1.

Era tarde y el viento soplaba con fuerza moviendo arboles y basura por igual. La avenida amplia y sin camellón se extendía por delante con dos aceras. Alex caminaba sobre una de ellas, con un muro a su derecha. Su paso acelerado delataba su nerviosismo por tener que caminar por un lugar lóbrego y solo a tan altas horas.

Caminó varios metros más y comenzó a ver a su izquierda el edificio de la Secretaria para la Defensa del Trabajador, las bodegas abandonadas un poco más allá y más adelante un puente peatonal que cruzaba la avenida, bien iluminado en el pasillo pero demasiado oscuro en las escaleras. Continuo su andar con pasos cautelosos, girando de vez en vez su cabeza.

Bajo la oscuridad emitida por la lampara rota que se erguía sobre las escaleras del puente comenzó a divisar una forma, una figura. Dio tres pasos más y ahora era un bulto del tamaño de un hombre. Sus siguientes dos pasos se hicieron más lentos, mas cautelosos. Y efectivamente, un hombre estaba sentado en las escaleras del puente, recargado en el pasamanos cual si estuviese durmiendo.

Su mente se había apagado y miedo comenzaba cada vez a tomar control de sus extremidades a cada paso que daba hasta que por un instante no movió un solo músculo. El aire frío volvió a aullar, los arboles se cimbraron y la basura se elevo varios centímetros y viajo algunos metros a lo largo de la banqueta. Parpadeo y sacudió su cabeza. El temor se alejo rápido y su corazón dejo de correr incontrolablemente. Reanudo la marcha con pasos tranquilos pero veloces. Seguía siendo tarde.

Al cabo de algunos pasos su cercanía con el viejo vagabundo lo ponía cada vez mas tranquilo, no estaba moviéndose por lo que parecía inofensivo. Repentinamente un carraspeo resonó a través del aire, sonoro y seco como el de un enfermo. Su piel reacciono con el miedo y corazón comenzó su rápida carrera nuevamente. Movió ligera y lentamente la cabeza hacia el vagabundo y lo que vio a los escasos dos metros de distancia a los que estaba le perturbo más que cualquier cosa que se hubiera imaginado.

El viejo debía haberse orinado encima, eso debía ser. El charco que se formaba debajo no podía ser otra cosa. Un nuevo sonido, un quejido esta vez. No parecía amenazador, sino lastimero. Como un perro herido. Pero no podía ser. Debía haberse meado encima. Y fuese lo que fuese no esperaría para saber que es lo que había pasado. Comenzó su huida y cuando llevaba dos pasos, los dos malditos pasos que nunca debía haber dejado que fueran solo dos, escucho unas palabras que provenían de una voz gastada por los años:

-Ayúdame, por favor…

Sabia que no debía detenerse, sin embargo lo hizo. Sabia que no podía arriesgarse, que podría ser una trampa pero su conciencia no estaría tranquila, y aunque llegase sano y salvo a casa no podría dormir esa noche, ni la siguiente. Fue así que se dio la vuelta, se acerco al viejo y le ayudo.

domingo, 17 de julio de 2011

Pensamientos...


Hay hombres, hablando del ser humano y no del genero, que ansían el poder, y dominando a otros hombres se dan por servidos. Hay hombres que desean la gloria, y con su carisma resplandecen por sobre los demás. Hay hombres que buscan rellenar algún vacío, y consiguen sexo. Hay hombres que esperan por la verdad, y la esperan mientras la buscan en los libros de palabras y papel. Y hay hombres que quieren, que buscan un gran amor, un amor inocente y puro que refresque cada poro de su piel, que insufle del éter de la vida su cuerpo.

Son éstos hombres los que pagan un precio muy alto. Son estos hombres los que, como los Saudes, puedes encontrarlos sin mucha dificultad.

En las bibliotecas leyendo libros polvosos de recuerdos y alimentando la canosa barba con tiempo, esperando y aun buscando el amor prometido dentro del libro; o bailando con un pantalón de manta, sombrero de paja y un bastón nudoso en la feria del pueblo mostrando un rostro apergaminado con cicatrices de la vida refulgiendo la falsedad de la mascara que oculta al joven danzando como un viejo. También los hay en grupos numerosos compartiendo pensamientos en los verdes pastos de los colegios charlando sobre la vida y la debacle de personajes ficticios de celulosa; o en las calles rodeando los autos, las pequeñas vidas que logran transformar el tedio del semáforo en la sonrisa matutina a base de globos, piruetas y pintura barata.

Los hay por todos lados, esparcidos sin una métrica o razón aparente, los hay de todas la edades formas y tamaños. Y no es como si fueran fáciles de atrapar, pues la pura presencia de otros que no son de su propia especie les hacen levantar muros tan altos que dejarían a la Gran Muralla como un mal chiste de cantina.

Son los seres que matamos un poco cada vez en cada relación que terminamos. Son aquellas criaturas que viven de sueños alimentados de detalles, que les estorba la realidad para crear el mundo ideal, que esperan cien años a la pareja perfecta y que se entregan por completo cuando la encuentran.

Cuando miramos al cielo nosotros vemos nubes, pero ellos ven la vida, la gloria, el amor expresado como el mas puro deleite aleatorio de precisión y exactitud, porque cada nube forma lo que la realidad no puede: ilusión.

Son criaturas extrañas, que usan mascaras para evadir nuestra realidad. Son personas que conocemos. Son personas que deberíamos abrazar y nunca soltar. Son las personas que nos hacen escribir sobre ellas para poder entenderlas.

Dedicado a Eleonor

domingo, 19 de junio de 2011

Pensamientos...

No creo en el Dios cristiano, no me agrada la iglesia, pero aun así me considero una persona espiritual, religiosa. Muchas veces cuando platico con alguien me preguntan que en qué creo y a veces me resulta un poco complicado que creo en mi mismo y en la madre tierra. Pareciera que el concepto y las implicaciones de "madre tierra" no se entienden, es por eso que hoy qué he recordado este escrito lo comparto. Aunque muy controversial por la fecha en la que se realizó y porque no fue dictado en ingles esta versión del discurso contiene en el fondo ideas y conceptos que me agradan. Seguramente de poder escuchar el original (que no existe) estaría de acuerdo con él.

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El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.

¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habeis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.

Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. "Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Mas, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto.

No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.

El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.

Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas ente sí.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.

Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.

Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con el -de amigo a amigo no puede estar exento del destino común-. Quizá seamos hermanos, después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueño de nuestras tierras; pero no podéis serlo. El es el Dios de la humanidad y Su compasión es igual para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para El y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes.
¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza la supervivencia....

Discurso del Jefe Seattle de la tribu Suwamish, 1855.

viernes, 17 de junio de 2011

Alucinaciones...

Un hombre inteligente y solo. Encerrado en una prisión sin siquiera poder moverse por mas de 3 metros continuos. Viviendo de recuerdos, fantasías y sueños que viajan por entre las microscópicas rendijas entre los ladrillos. Recibiendo los pensamientos de mediocres guardias que no hablan y lo que hablan es tan insignificante que le pareciese como si sus palabras fuesen solo el viento de otoño golpeando su rostro.

Ansiando algo en que usar su ágil mente, probar que no se han oxidado los recónditos caminos que le llevaron a conocer al ser humano en todas sus facetas, desde el tierno niño criado por su cariñosa madre hasta el corrupto militar que abusa y mata con cruel simpatía.

Es Hannibal Lecter, el viejo doctor que con toda la pompa y estilo de un ingles prepara su cena a base de carne humana. El hombre que disfruta de poner jugarretas, que busca el reto mental en las personas. Acaso su estadía en la soledad con sus recuerdos y los amargos pensamientos le llevaron a encontrar los mas terribles y mortíferos juegos donde el sale victorioso. El tiempo del que disponía le permitió evaluarse a si mismo y a la sociedad que le recluyo y decidió que no habría nadie con el intelecto suficiente como para pasar los retos que su mente estaba creando.

El buen Dr. Hannibal Lecter, un personaje que conocí cuando niño, un personaje que lejos de atemorizarme o provocarme pesadillas me producía una profunda curiosidad. Aquel que ahora vuelvo a ver, pasados ya muchos años, y recuerdo como un viejo conocido.

Escucho sus diálogos enredados y me maravillo ante el ingenio que posee. Y comprendo que me gustan los juegos mentales, comprendo que es posible que ese tipo de personajes en mi niñez influyeran a que me comporte como un pequeño Hannibal en busca de su bocado de sentimientos, pues mi paladar aun no sabe degustar la carne humana, prefiere el suculento sabor de los sentimientos, aderezarlos con sueños.

Alimentarme del alma humana, derrumbar el ser que es cada persona que me rodea y tener como amigos y familia a personas con el alma corroída por mis juegos mentales, por mi instigante persistencia a las verdades escurridizas que tienen mas ambigüedad que verdad.

¿Qué define las personalidades con las que vivimos a diario? ¿Una simple película puede ser capaz de alterar el rumbo de una personalidad?

domingo, 12 de junio de 2011

Pensamientos...

Lo había necesitado hacia tiempo, como un sediento al agua, había buscado entre todos los resquicios del desierto de su mente y corazón aquella razón que le hacia mantener una actitud aislada y premeditadamente agresiva hacia la vida. Y ahora lo había hallado.

Tiempo.

Es una de esas cosas que el ser humano se ha inventado en su afán por el control. Y es, creo, la culminación de su poderío sobre la naturaleza. Por naturaleza no me refiero a las plantas y animales solamente, sino a la Madre naturaleza, a la tierra misma, al espacia que existe en ella, al conjunto de cielo mar y tierra. A esa existencia que estaba antes de nosotros y seguirá aquí a nuestra partida.

No obstante nuestro afán, el tiempo es solo una mera ilusión. Algo tan irrelevante e intrascendente que miles de personas han tomado como un juego y dejan que el reloj corra sin preocupaciones. Que se levantan al alba, cuando su cuerpo les despierta, y van a dormir cuando la luz del día comienza a extinguirse en el horizonte. Son personas que no llevan sobre sus hombros la penitencia del tiempo.

La vida de una persona se puede resumir en menos de un minuto, en una sola frase, al igual que la existencia de la humanidad. ¿Por qué, entonces, nos interesamos tan gravemente en una cosa que no dejara nada bueno en ello?

El tiempo nos aprisiona, nos asfixia y nos mata si le damos la menor oportunidad. Y yo he logrado encontrar ese tiempo que necesitaba, y no estaba en mi reloj, ni en el pasar del sol, o el imperceptible pero inminente movimiento de las estrellas. Estaba dentro de mi.

Ese instante en que te percatas, ese sueño efímero en el que caes en la cuenta de que la existencia existencia es lo que se encuentra a tu alrededor y la vida esta dentro de ti, formando una parte esencial de tu ser.

En ese momento es cuando dejas de observar las cosas con un plazo, como un plan del hombre, cuando rompes las ataduras terrenales del mundo y comienzas a concentrar tu mirada en los corazones de las personas, en sus sueños, en el camino que recorren y en el que recorres tu.

Es ese el momento en el que encuentras el tiempo, donde te percatas de que todo el tiempo es el tiempo de vivir con grandeza, de disfrutar las tristezas como las alegrías, de sentir al maximo la cólera y el placer, de vivir tan ampliamente como puedas. O como tus cadenas te lo permitan.

Todo eso, a mi parecer, es lo que podríamos llamar dicha. Un estado de comprensión, si no absoluto, mas amplio del que manejamos normalmente, un estado que no puede describirse con palabras ni sentimientos porque es una acumulación de conocimientos, algo mas abstracto y complejo que un sentimiento. La felicidad es un sentimiento, y como tal es pasajero. La dicha es un estado de animo, una forma de vida que se lleva dentro y que no puede explicarse con acciones. La dicha no depende de los sentimientos que se tengan en un momento particular, depende del estado de la mente, algunos podrían llamarle alma o espiritu.

Me alegro de que hoy pueda decir que soy dichoso, aunque haya momentos en os que este triste, alegre o enojado. Estos sentimientos no cambian mi forma de vida, mi forma de pensar, o de actuar frente a la paz a la que quiero llegar.

¿Y tu eres dichoso?

miércoles, 8 de junio de 2011

Fragmentos...

Necesito soñar, como parte de mi persona, como alimento de mi alma, como catalizador de mis problemas. Necesito soñar y nunca puedo hacerlo mientras duermo. Solo hay negrura y olvido al cruzar las puertas del palacio de Morfeo. Dormir es descansar, dormir es no soñar, dormir es morir en una nada insondable que me carcome todas las noches. Dormir es parte de mi y a la vez es como si fuera otra la esencia de mi cuerpo, como si el que duerme y se consume sea una persona diferente a la que vive y sueña con los ojos bien abiertos.

Esa pasión que sentimos por la otra persona, por la que tenemos tomada de la mano, no nace de ella, no tiene su origen en la hermosa sonrisa, en la dulce mirada, en el firme cuerpo. Tiene sus raíces dentro de nosotros mismos, nace de nuestro propio corazón y es el amor propio que sentimos hacia nosotros mismos. Amamos en la misma magnitud que nos amamos. Y es que las cadenas que atan nuestro ser solo pueden ser vistas como anclas que no dejan mover esa pasión, ese amor que no logramos sentir por el otro.

Si un resquicio de amor y pasión se deja ver entre dos personas y no logra emerger del corazón y dispersarse por el cuerpo es solo debido a que no se lo permitimos, ya sea con la cadena de nuestro verdugo, homúnculo de nuestras sombras mas siniestras, o por las frías manos del temor.

La luz del día revitaliza. Al salir del sarcófago del sueño puedo ver las interminables maravillas que se ciernen sobre nosotros desde el cielo matutino. Las aves volando de un árbol a otro buscando alimento, colectando ramitas para sus nidos. Es una maravilla.

El cielo, azul como ningún azul existente en la tierra remarca una pureza tan inmaculada. Reminiscencias del Edén vienen a mi cabeza.

No soy religioso, sin embargo me considero un hombre de fe, un hombre espiritual. Creo en ideales, en la ciencia, y en mi mismo.

Hay momentos en los que debemos redefinir ciertas cosas, puntos críticos donde debes pensar mas allá de tu propio ser estancado en un presente indiferente.

El momento de cada quien llega en diferentes tiempos, pero a todos en la vida se les presentan dichas oportunidades. La oportunidad de elegir que camino seguir. De cambiar aspectos en tu vida que pueden no ser favorables. Cambiar la manera de sentir…de nosotros, y de nadie mas, depende si nos atrevemos a hacer el cambio.


sábado, 23 de abril de 2011

Filofando un rato...

Pensar requiere de tiempo. Dar una estructura a las ideas, de tal manera que se organicen con los sentimientos es algo que lleva tiempo. En ocasiones también, es algo doloroso.


Pensar y sentir son cosas que hacemos a diario. Hay pensamientos profundos, y sentimientos profundos. Esos que están mas arraigados a la esencia de nuestro propio ser.


Hablando solo de sentimientos, ignoro cuando nacen. Supongo que todos ellos son como pequeñas orugas, esperando renacer. Las orugas comienzan en el fondo de nuestro ser como el sueño de llegar a tener ese sentimiento. Es como cuando niños queremos en el futuro ser como alguna persona, ahí la oruga ha nacido, y si todo es guiado de manera correcta se forma una crisálida y algún día de ésta nacerá una bella mariposa y se cumplirá el sueño y el sentimiento embargara todo el su ser.


Cuando una niña sueña con casarse con un príncipe azul esta fortaleciendo una crisálida. Y cuando, ya mayor logra cumplir ese sueño entonces se rompe el cascaron y comienza a volar la mariposa de sentimientos que le embargan durante todo el tiempo de su boda.


Me imagino los sentimientos muy ligados a los sueños. Un sueño y su cumplimiento nos entregan toda una serie de emociones. Por otro lado, los pensamientos están de igual manera muy allegados a los sueños. Los sueños son la miasma que complementa la parte racional y sentimental de nuestro ser.


Los sueños están más allá de un sentimiento o pensamiento. Es algo intermedio y a la vez superior a ellos. Es una mezcla de sentimientos con pensamientos que logran crear la panacea del alma. Con sueños, el alma es joven y hermosa. No importa la edad, no importa si te has caído mil veces, si aun se conservan sueños entonces aun se puede vivir y sonreír y ser feliz.


He tenido la oportunidad de verlo en mas de una ocasión. En jóvenes y adultos.


Los sueños que muchas veces creamos son frágiles y es por eso que con algún pequeño cambio en nuestras vidas se rompen. Durante un momento vino a mi mente la idea de crear sueños fuertes, sueños que en vez de que fuesen de cristal estuviesen hechos de acero, de esta manera evitaría su ruptura. El inconveniente es que con el acero las cosas que puedes crear no son tan hermosas. Es por eso que en lugar de hacer sueños diferentes, he pensado que puede ser mejor tener una base más solida, de acero si es posible, donde colocar los sueños.


Un sueño lo formamos en nuestro interior, y en ocasiones no lo exteriorizamos por miedo a que lo toquen y se quiebre, pero si tenemos la fortaleza e integridad para que nuestros sueños no sean rotos, no debemos temer que los vean o los toquen.


Esa fuerza que impide a los sueños romperse no es mas que la fuerza que tengamos nosotros mismos dentro. Es el carácter o la madurez que tengamos, y que vamos adquiriendo a lo largo de nuestra vida.


En la mayor parte de las ocasiones no logramos tener un completo crecimiento emocional o racional, y es debido a ello que nuestros sueños se rompen, pues a la mesa sobre la que los hemos colocado esta rota, o le falta una pata, o esta desportillada.


Es posible que las circunstancias en la vida nos lleven a culpar a alguien por nuestros sueños rotos, pero finalmente son nuestros sueños, no de ellos, y si los compartimos debemos tener la confianza de que no se caerá nuestra mesa. De que nuestros sueños seguirán ahí aun a pesar de lo que diga o haga otra persona.

¿Qué los sueños son sobre otra persona? Pues entonces debemos saber que esa persona se puede ir, y aunque suene un poco muy técnico, es mejor hacer sueños genéricos, donde no mezclemos a una persona en particular, sino a alguien, a quien este en ese momento con nosotros, pues las personas caminan y nos siempre lo harán a nuestro lado...


Es algo que es difícil de aprender, es muy complicado soñar sin mezclar personas, nombres, rostros en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos...y creo que podría llegar un día en el que esto sea contraproducente. Dentro de los caminos que veo de momento es el mas viable...¿qué otras cosas se pueden hacer?

miércoles, 13 de abril de 2011

Ideas...


El tiempo alejado,
de nuestros corazones,
sigue temblando.

El color en tus ojos,
cristalino como el agua
aparecen de la nada,
y desearia ser otro.

La escena que forman,
dos personas,
que se aman y se odian.
No pueden ser otros.

Tu cuerpo se estremece,
el miedo al amor
como gran vendabal aparece.

Somete tu mente,
libera tu espiritu,
bailamos juntos,
es sorprendente.

Nuestros cuerpos,
danzando al unisono,
olvidando la razon,
viviendo nuestro amor!

Pero al final,
de este bello vals,
siempre he de recordar,
que tu ya no estas.

lunes, 4 de abril de 2011

Ideas...

Como llegar a ocular,
la pena que me embarga,
que me sumerge y desata
el torrente de emocion
que mi interior guarda

Acaso mentirte,
tal vez decirte
que mi mañana se viste
con un velo gris
y que calla el dolor
y que habla de amor,
que con ambos estoy
siempre feliz,
sin llegarte a decir:
te amo corazón.

Te veo partir,
acompañar a la brisa,
Asentir con una sonrisa,
limpiar tu mente,
lavar tu alma,
emerger la calma,
vivir cual Santa.

Me veo sentado,
de arboles rodeado,
y la cabeza en blanco
sólo me deja,
solo permite,
liberar la mente:
pensamientos flotando
sentimientos dudando,
siempre esperando.

Puedo verte sin verte,
en mis sueños,
y ocultando
los sentimientos,
de que a tu rostro,
y amplia sonrisa
me postro.

Quiero hablarte,
decirte al oído,
un par de palabras
que detengan
nuestra avanzada.

Una charla que,
logrando mucho,
alcance mas
entendiendo
que lo nuestro
vivo esta.


miércoles, 30 de marzo de 2011

Más ideas...

Hoy necesito del ruido,
de un ruido armonioso como el ocaso
estridente como el mar,
infinito como el espacio.

Hoy necesito dejar de pensar,
de mi cabeza no sale el desertar.
Llegan ordenadas al ritmo en que se van
aquellas ideas que desaparecn en el viejo diván.

Donde mi abuela inexistente,
aquella que llamo en el presente,
dejaba sus ropas y mejores joyas,
la misma que es mi confidente,
en estos momentos de sombras.

martes, 29 de marzo de 2011

Ideas...


El aire esta caliente, arde alrededor
acaricia mi cuerpo y lo somete
lo despoja de todo esplendor
llena mis pulmones y mi voz entorpece.

Puedo sentirle recorrer mi cuerpo
viajar indolente a mi sufrimiento
por mis venas caminar,
mis ideas triturar.

ØØØ

Quiero gritar y nombrarte,
quiero caminar y escucharte
nombrarte al gritar
escuhcarte al caminar.

Quiero que las contradicciones
cual impulso fiero y certero
a traviecen mi cuerpo.

Quiero mover mi mente, volar
mi mente viajar
con esa hierba de la felicidad.

Quiero alucinar tu cuerpo,
Quiero probar tu seno,
comer de la mano de tu siervo
alimentar tu ego.

Quiero dejar de escribir
quiero desesperadamente, morir
correr al ritmo del viento
caer en el abismo del tiempo.

Quiero despertar de este sueño
Quiero permanecer solo todo el tiempo
sentir el dolor, probar su cruel sabor
bailar con el diablo en el infierno.

lunes, 14 de marzo de 2011

Un globo y un sueño...

Regresé ya entrada la noche a casa de la mano de un cordón inmaculadamente blanco que sostenía por el otro extremo un grande y rojo globo con figuras y motivos amorosos. Estaba cansado y complacido. Ridículamente emocionado porque mi novia había comprado un globo para mi. El recuerdo de aquel momento, antes tan impactante, ahora se me escapaba como una ave asustada, solo podía (o quería) recordar el momento en que ella, con su dulce sonrisa me entregaba el precioso globo y lo amarraba dulcemente a mi mano como si de un chiquillo se tratase. Y realmente lo parecía, pues con la sonrisa y la felicidad era cual niño con juguete nuevo.

La tarde-noche paso volando mientras camine con ella de la mano y después hube de regresar a casa. Aproveche el regreso para analizar a fondo aquel globo que tanto me agradaba, era todo un chicuelo tratando de entender la formula mágica de la levitación que permitía al globo estar suspendido en lo alto del vagón del metro; o la misteriosa posibilidad de aquella forma tan ingeniosa que parecía desafiar toda geometría existente; y de los dibujos que, no siendo los mas originales, a mi me parecían tan únicos como el amor que almaceno en mi pecho por la dadora de tan grandiosa maravilla.

Eran tantas las maravillas que encerraban en ese momento aquel globo que en ningún momento desapareció de mi rostro la sonrisa, incluso antes de apagar la luz para poder dormir el globo me seguía maravillando con el brillo tan especial que reflejaba de la bombilla blanca. Parecía complacido de estar sobre mi lecho, esperando para vigilarme durante las horas de sueño. Finalmente apague la luz y con ella se hizo presente una completa oscuridad. Camine a ciegas, sin tropezar por la fuerza de la costumbre, y me metí en la cama cerrando los ojos antes de permitirles acostumbrarse a la oscuridad.

Instigué a mi mente a quedar en un grande y profundo blanco que me llevara a flotar entre los brazos de Morfeo, sin embargo mi excitación por los sucesos del día hacía que imágenes viniesen con frecuencia a mi cabeza. No podía invocar a Hipnos y mucho menos acercarme a Morfeo, se escabullían entre las imágenes de mi novia, de la comida con los amigos, del paseo junto a A..., el cine y finalmente... El globo. Esta imagen me robo una sonrisa. Abrí los ojos para observar el globo que debía estar flotando impasible sobre de mi. Ahora ya no se si fue que estaba somnoliento o debería plantearme una razón científicamente inexplicable, pues el globo estaba brillando con una tenue luz que envolvía la habitación y la hacia acogedora como nunca lo había sido.

Decir que me intrigo fue poco, pero mientras mas miraba la luz su intensidad aumentaba, con cada respiración mis ojos pesaban más y mi pecho se inflaba cada vez menos, así hasta que entre en el trance mas profundo que he conocido, un trance que solo puedo llamar sueño.

Fue como sumergirme en una piscina repentinamente, el mundo se desvanecía poco a poco, sentía su presencia muy lejana pero aun existente. Sentía llegar a un fondo y cada vez desaparecer todo mas lentamente, y de pronto, como si hubiese salido del agua con la misma celeridad de un clavado estaba caminando sobre un sendero rodeado de un tupido bosque.

Era un atardecer, el bosque estaba poblado de rugosos y torcidos árboles que plasmaban extrañas figuras sobre el sendero. Entre los árboles había magueyes, y de los magueyes se erguían imponentes quiotes en flor. Ocasionalmente podía ver nopales enormes, de hasta tres metros de alto, que rebosaban de tunas rojas. De los árboles caían viejas hojas que cubrían el camino irregularmente.

Mi paso era firme, conocía aquellos senderos por los que andaba. Mis pies iban enfundados en un par de huaraches de cuero, mis pantalones eran de manta y mi cabello largo caía a mis hombres que estaban cubiertos por una camisa negra y un sarape.

Llevaba un porte de dignidad que no podía explicar, y se acentuó cuando llegue a un viejo cuarto en medio de aquel bosque. Era un construcción antigua hecha de adobe con techo de teja. La puerta era de madera gruesa y resistente, toque fuertemente con la mano y un hombre con cabellos blancos me abrió y me permitió el paso.

Ya dentro pude ver un comal, un petate, varias cobijas de lana y un poco de comida a un lado del fogón. El viejo intercambio palabras conmigo, palabras que ya no recuerdo, palabras que parecían importantes pues mi atención estaba enfocada en su rostro arrugado. Comenzó a moverse y quito el petate de su lugar dejando ver una madera, que también quitó, donde se encontraba un gran agujero.

Me asome por la cavidad y no logre ver nada más que oscuridad, el viejo me acerco un candil ya encendido y baje sin temor alguno. Me parecía familiar ese lugar, y mi cuerpo recordaba donde colocar cada pie a lo largo del túnel, es como si ya hubiera hecho ese camino infinidad de veces. Cuando por fin termino el túnel llegue a una caverna, al inicio no pude apreciar en su totalidad la magnitud, pero mientras caminaba logre apreciar su gran enormidad. Me sentía pequeño, el techo de la bóveda no se dejaba ver con la luz del candil, y mis pasos parecían ser guiados por recuerdos.

La caminata en la gruta duro solo unos pocos instantes, fui llegando a un lugar donde se levantaba una pequeña pirámide, de no mas de 10 metros de alto con una base amplia, no alcanzaba a ver ninguno de los extremos. Yo había llegado por la parte central de la pirámide, donde se encontraban las escaleras. Había allí mas gente, con vestimentas similares, pero solo les iluminaba un fuego grande y copioso al pie de la escalera. Cuando alcance el borde de la pirámide todos me miraban, deje el candil y el sarape en el piso, me despoje de mi camisa al tiempo que otros hombres cogían vasijas y cuencos con pinturas y comenzaban a dibujas glifos en mi cuerpo. Otros mas a cercaban plumas de distintos colores y prendían copal y lo esparcían por todo el lugar mientras entonaban cánticos en lenguas ya muertas, cánticos que no entendían pero que sabían debían de interpretar en esos momentos.

Cuando terminaron los preliminares era yo la viva imagen de un dios encarnado. Tenia plumas alrededor del cuerpo y en la cabeza, mis facciones eran gallardas y las pinturas enmascaraban cualquier imperfecto y lo convertían en algo supremo. Subí con la seguridad de un dios a la pirámide, desde donde podía ver a los hombres ya pintados, pero sin plumas, entonar otro de los cánticos de los que desconocían su origen y significado.

En la parte trasera de la pirámide estaba una joven cubierta con una manta blanca que sujetaba una cabra del mismo casto color. Le tendí una mano a la joven que se veía temerosa y al apretara intente transmitirle la seguridad que yo sentía. Pareció que en parte lo logre, no obstante seguía nerviosa. Era la primera vez que estaba ahí abajo.

Cuando aparecí con la joven y la cabra los cánticos desaparecieron y dio comienzo la ceremonia.

lunes, 28 de febrero de 2011

Sueños...

Es de noche y la oscuridad en mi cuarto me abruma. Alrededor de mi las almohadas se revuelven entre sabanas y cobijas y solo dejan espacio para mi, dejando de lado mis sueños.

Ultimamente he soñado. Ultimamente he dormido. Ultimamente no se cuando estoy dormido.

Sucedió en la pasada noche de luna llena, cuando me encontraba caminando al norte de la ciudad de la mano de una chica cuando de entre la oscuridad que nos rodeaba llego caminando un hombre. A la lejanía parecía un hombre común y corriente, no obstante al acercarse dejo ver que su cuerpo era mas anormal de lo que podrías ver a plena luz del día. Era bajo casi como un niño, con un mentón grande que cubría una espesa barba. Sus ropas eran viejas y desgastadas, nada que no se esperase de un vendedor de globos; para rematar su extraño atuendo tenia las cejas pobladas d vellos oscuros que enmarcaban un par de ojos negros, sencillos y amables, que contrastaban con el resto de su atuendo por completo.

Tenia en su mano un enorme manojo de cuerdas delgadas y cada una de ellas conectaba con un gran globo con helio que flotaba por encima de su cabeza. su avanzar era lento, descuidado, como si estuviera paseando por la calle y sus globos fuesen su mascota.

Mi novia jalo mi mano para acercarnos al hombre mas rápidamente, deseaba ver de cerca esa gran masa de globos de diversas formas y colores, y sin darme cuenta me vi arrastrado tras ella con una sonrisa en el rostro a causa de su impulsividad.

Me soltó de la mano y comenzo a ver detenidamente cada uno de los globos que flotaban impasibles por encima nuestro. El hombre no se veia interesado en ella, ni en nadie, es como si no tuviese la intención de vender y esperase a un que par de niños inquietos dejasen de admirar su gran tesoro. Al momento en que A . . . . le pregunto sobre un globo en particular el hombre con un voz tranqila y segura, pero con un tono determinante dijo:

--Estos globos no se venden señorita.
El rostro de mi novia se contrajo en un gesto de tristeza y decepción a tal grado que me vi en la necesidad de preguntar:
--¿Se refiere al que señalo en particular? ¿O es acaso que no esta trabajando?
--No, ninguno de estos globos puede venderse. No es que no sea vendedor, es solo que no tienen con que pagar uno de estos globos.
--¿Pues cuanto cuestan?
--No es en monedas su valor, a cambio de uno de estos globos he de recibir un sueño. Soy un comerciante de sueños. Solo aquel que quiera regalar un sueño puede comprar llevar uno de estos, pero a cambio deberá entregarme un sueño suyo.

Tal revelación en un tono tan casual debería haber hecho reír a cualquier persona. Yo mismo hubiera soltado un carcajada de no ser porque el ambiente comenzó a tornarse un tanto diferente. No había tensión, no sentía peligro, no había frío ni viento, el clima y el ambiente eran agradables, pero algo había cambiado, algo que hacia que su historia no sonase a cuento chino.

Tal vez era su rostro que permanecía serio y lucido, tal vez los ojos que inspiraban confianza, o tal vez era solo que quería creer en una historia como esa, de cualquier manera le seguí el juego.

--Bueno, pues mi novia quiere un globo, así que digame que debo hacer para entregarle mi sueño.
--Disculpe señor, pero creo que esta equivocado. Su novia no quiere un globo para ella, lo quiere para usted.

Voltee a verla con un rostro de incredulidad que se transformo en sorpresa cuando asintió con un rostro tan sorprendido como el mío.

--Tome cada uno un globo--Y en ese momento solto la gran madeja de hilos y los globos permanecieron flotando a la altura adecuada para que A . . . . y yo tomáramos un globo. Y lo hicimos. Honestamente no observe que globo tomaba, me limite a tomar uno al azar y dejar el resto a mi mala suerte.

--Cuando lleguen a casa coloquen el globo por encima de su cama y duerman como siempre, no se preocupen de nada, el resto del trato esta hecho.

Dicho esto comenzó a caminar y los globos le siguieron cual perro fiel a su amo. Se alejo caminando con la misma tranquilidad con la que se había acercado. Tome la mano de mi novia y seguimos caminando. Cada unos pocos segundos volteaba sobre mi hombro y veía la nube de globos alejarse poco a poco, haciendose una pequeña mota a lo lejos para que finalmente desapareciera al final de la noche.


Continuara...


jueves, 17 de febrero de 2011

De vuelta y vuelta...

Uno mas al costal. Uno mas que pasa y del que no me entero de nada. O tal vez si. El tiempo es tan inmensamente finito que me ha hecho creer que no terminaría, pero ha terminado.

El paso del tiempo es siempre importante, o quiza no, de cualquier manera esta vez aunque me han avisado que el mundo ha dado otra vuelta no dejo de tener esa melancolia y nostalgia en el corazon. No dejo de ser un lobo solitario muy dentro de mi corazon. Por mucho que socialice, que pase tiempo con otras personas no dejo de ser un triste lobo solitario que algun dia ira a explorar el mundo. O quiza ya lo esta haciendo, solo que no se da cuenta de su propia soledad. O tal vez no se percata de que estar en sociedad es una forma de soledad, una mas triste que cualquier otra.

En su tiempo el viejo Buda salió a vivir en soledad y eso le ayudo. Pero su soledad no era una soledad en sociedad, fue una soledad donde las platica que tenia eran con su sombra y su alma, con las plantas y las estrellas. Esa soledad es una que realmente ansío en muchas ocasiones. Pero aun temo esta con ella, creo que me falta mucho por aprender, pero no se si esas lecciones deberán ser en sociedad o en soledad. De cualquiera de las dos maneras el único aliado que tenemos es el tiempo, que pasa queramos o no, y que deja huella, queramos o no verla.

El día de hoy puedo decir que tengo mas canas que antes. No se que representen, pero seguro es una muestra del inminente paso del tiempo. Hoy tengo mas conocimientos que antes, y también es una muestra del paso del tiempo. Hoy soy igual de feliz que antes, pero un poco mas dichoso, lo cual es una muestra del paso de...adivinen ustedes.

No hay mucho mas que decir sobre nada mas, solo el viejo recordatorio que siente mi corazón la necesidad de exteriorizar: