Lo había necesitado hacia tiempo, como un sediento al agua, había buscado entre todos los resquicios del desierto de su mente y corazón aquella razón que le hacia mantener una actitud aislada y premeditadamente agresiva hacia la vida. Y ahora lo había hallado.
Tiempo.
Es una de esas cosas que el ser humano se ha inventado en su afán por el control. Y es, creo, la culminación de su poderío sobre la naturaleza. Por naturaleza no me refiero a las plantas y animales solamente, sino a la Madre naturaleza, a la tierra misma, al espacia que existe en ella, al conjunto de cielo mar y tierra. A esa existencia que estaba antes de nosotros y seguirá aquí a nuestra partida.
No obstante nuestro afán, el tiempo es solo una mera ilusión. Algo tan irrelevante e intrascendente que miles de personas han tomado como un juego y dejan que el reloj corra sin preocupaciones. Que se levantan al alba, cuando su cuerpo les despierta, y van a dormir cuando la luz del día comienza a extinguirse en el horizonte. Son personas que no llevan sobre sus hombros la penitencia del tiempo.
La vida de una persona se puede resumir en menos de un minuto, en una sola frase, al igual que la existencia de la humanidad. ¿Por qué, entonces, nos interesamos tan gravemente en una cosa que no dejara nada bueno en ello?
El tiempo nos aprisiona, nos asfixia y nos mata si le damos la menor oportunidad. Y yo he logrado encontrar ese tiempo que necesitaba, y no estaba en mi reloj, ni en el pasar del sol, o el imperceptible pero inminente movimiento de las estrellas. Estaba dentro de mi.
Ese instante en que te percatas, ese sueño efímero en el que caes en la cuenta de que la existencia existencia es lo que se encuentra a tu alrededor y la vida esta dentro de ti, formando una parte esencial de tu ser.
En ese momento es cuando dejas de observar las cosas con un plazo, como un plan del hombre, cuando rompes las ataduras terrenales del mundo y comienzas a concentrar tu mirada en los corazones de las personas, en sus sueños, en el camino que recorren y en el que recorres tu.
Es ese el momento en el que encuentras el tiempo, donde te percatas de que todo el tiempo es el tiempo de vivir con grandeza, de disfrutar las tristezas como las alegrías, de sentir al maximo la cólera y el placer, de vivir tan ampliamente como puedas. O como tus cadenas te lo permitan.
Todo eso, a mi parecer, es lo que podríamos llamar dicha. Un estado de comprensión, si no absoluto, mas amplio del que manejamos normalmente, un estado que no puede describirse con palabras ni sentimientos porque es una acumulación de conocimientos, algo mas abstracto y complejo que un sentimiento. La felicidad es un sentimiento, y como tal es pasajero. La dicha es un estado de animo, una forma de vida que se lleva dentro y que no puede explicarse con acciones. La dicha no depende de los sentimientos que se tengan en un momento particular, depende del estado de la mente, algunos podrían llamarle alma o espiritu.
Me alegro de que hoy pueda decir que soy dichoso, aunque haya momentos en os que este triste, alegre o enojado. Estos sentimientos no cambian mi forma de vida, mi forma de pensar, o de actuar frente a la paz a la que quiero llegar.
¿Y tu eres dichoso?
Parece que el fin de semana dejo frutos .... puedo ser dichosa, tal vez lo sea pero pongo mas atención al tiempo y a los sentimientos que voy teniendo en ese transcurrir del mismo.
ResponderEliminarTiempo .... para que quiero el tiempo?? Es lo que me hiciste preguntarme y que no se como responder.
TQM =)