sábado, 1 de diciembre de 2012

Why don't we just dare...


Eternity

When clouds are covering the sky
I can't help thinking what's behind
In a fading evening
I can feel strange thoughts in my mind
What if we aren't alone here
there's a clone of everyone somewhere
that duplicates all that we do
not like me not like you but our other ego
there ain't no wars or crises
only joy and compromises
time has stood still

Why don't you take me there
wanna feel some infinity
Why don't we just dare
coz after all remains ... Eternity

A landscape with no trees
and a mist arising from the distance
an illusion just for me
or a proper reward and a chance
there ain't no wars or crises
only joy and compromises
time has stood still

Why don't you take me there
wanna feel some infinity
Why don't we just dare
coz after all remains ... Eternity


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Sobre lo que quiero...

"He vivido muchas cosas, y creo que ahora se lo que se necesita para ser feliz. Una vida tranquila y alejada en el campo, con la posibilidad de ser útil para otras personas con las que resulta fácil hacer el bien y que no están acostumbradas a que las ayuden. Quizás un trabajo que tenga algún provecho, y luego descansar, la naturaleza, libros, música, el amor al prójimo... Esa es mi idea de felicidad. Y para culminar todo lo anterior, que usted fuera mía y que tuviéramos hijos tal vez. ¿Qué mas puede desear el corazón de un hombre?"

Leon Tolstoi

viernes, 23 de noviembre de 2012

Sobre lo que puedo hacer(te)


Es absurda la manera en la que pienso de ti. Y lo es porque pareciera que las verdades sobre eso son realmente ciertas. Por mucho que haya dicho que nada era verdad ahora me sucede lo inesperado y me veo a mi mismo como un homúnculo donde la cabeza es diminuta y pecho enorme. Es en realidad gracioso. Ridículo y absurdo.

¿Pero que puedo pedir más que tu presencia? Quizá que tu mirada caiga sobre mi. Que tus palabras las lleve el viento desde tus tersos labios hasta mis impíos oídos. Eso ya ha pasado. No es algo nuevo.

¿Entonces que debo pedir que no haya sucedido? Debo ser creativo. Pero debo ser cortes. Debo ser atrevido y sensible. ¿O acaso debo solo ser directo? ¿Entonces es el embotamiento que me provocas la razón de esta estupidez mental que no me deja ser atrevido? Tan hondamente me golpea tu belleza que no puedo alabarte, llamar tu atención y finalmente…

¿Finalmente que? Ese es el punto. Que no me dejas pensar que quiero hacer. O quizá me da miedo pensar en todo lo que quiero hacer yo. Quiero hacer contigo. Y Quiero hacerte. Y no es que sugiera algo raro. O tal vez mi subconsiente hace que quiera sugerir todo eso que la iglesia prohibe.

¿Ves cuantos dilemas tengo? Al final, que puedo hacer(te).

lunes, 12 de noviembre de 2012

Sobre dos sombras y una vela.


Nota: Se recomienda la lectura previa de esta entrada: Alucinaciones de un viejo muerto.




La bicicleta era vieja y tenia el asiento realmente duro, pero quitando eso era buena. La había encontrado el gran jardín junto a la puerta de la casa del viejo. Después del gran espectáculo que había visto y que aun no sabia si creer o no, el viejo había muerto.

El espectáculo no había sido algo como lo de las películas. El cuerpo y la sangre del viejo no se habían evaporado o convertido en polvo cósmico y regresado al universo. Eso hubiera sido muy conveniente y por eso solo pasa en las películas. No, el viejo había muerto y su sangre regada por el piso y el sillón desprendían un particularmente desagradable olor a metal. Y por eso había tomado la bici y había partido en busca de alguien que conociera al viejo.

Iba en la bici a una gran velocidad cruzando callejuelas y siguiendo el camino de la vías y al momento en que se cruzó con el perro en la esquina fue cuando se pregunto la razón de su aventura hacia ese lugar lejano y recóndito.

La nota que estaba en la mesa tenia la dirección y el nombre de una mujer. El problema es que era de noche, que no había una brillante luna colgando en el firmamento y que se encontraba inmerso en las callejuelas de la Ahuizotla. Pero el mayor problema que tenia era el perro que le miraba con curiosidad asesina mientras se acercaba rápidamente a él.

El miedo le contraía las piernas y estas con gran fuerza impulsaban la bici a una velocidad cada vez mayor. El perro seguía en el camino, debajo de una farola, impasible a las sombras de la noche. Indiferente al joven que se acercaba en una bici. Era imposible que se fuera acercando cada vez mas y que el perro siguiese parado exactamente frente a su camino. El miedo no le dejaba pensar del todo bien y no había cambiado la dirección de la bici por lo que su destino parecía ser chocar con el perro a menos que éste se moviera. Al final todo sucedió en un segundo. Tuvo que virar con fuerza y de repente para esquivar el animal. Sintió un gran vértigo subir desde su estomago y casi podía ver el miedo quedarse bajo la luz del faro, junto con el perro.

Tomo una gran bocanada de aire y sus pulmones se llenaron del frescor de la noche, de la calma de la soledad, pues el perro se había quedado muy atrás. Casi había llegado. El numero 40 se dejaba entre ver como una borrosa capa pintura, casi despegada de la barda. No había zaguán, en su lugar la gran entrada asemejaba una gran boca que daba paso a un jardín. En el interior no se podía ver bien el camino, pero él siguió derecho. Al final se veían unos cuartos y dentro había una tímida luz.

Sus manos comenzaron a hormiguear mientras caminaba dentro del jardín que hacia las veces de tiradero de basura. Intentaba dilucidar las figuras que se formaban en la oscuridad, figuras que eran sombras y asemejaban tinieblas que parecían siluetas humanas. O animales. O de algo más.

Su respiración se hizo más lenta. Podía oler podredumbre. Podía escuchar los bichos debajo de sus pies, debajo de la basura que pisaba. Estaba seguro de que podía oír aun más los cuchicheos de las ratas que vivían entre los matorrales de sombras que el latido de su propio corazón. Tontamente se imagino su nariz creciendo descomunalmente y absorbiendo cada olor e identificandolo: latas de atún del 94, sobres de chocotorros con un logotipo que no reconocía, latas de coca con imágenes navideñas que no había visto nunca, papel estraza para las tortillas, aluminio viejo que había envuelto unos tacos. Su inmensa nariz podía olerlo todo. Se rió entre dientes de su absurda imaginación. Podía oler todo, pero su nariz seguía del mismo tamaño, por fortuna.

Al terminar el recorrido por el jardín de basura toco la puesta de metal. No logro distinguir el color. Volteo a su izquierda y vio una vieja ventana con un trapo como cortina. No había luz en esa habitación, al contrario de su derecha, donde al voltear vio la luz moverse poco a poco hacia la puerta hasta que dejo de ver la luz y la puerta se abrió.

Apareció una vieja con una gran vela en la mano. La vela tenia una alta llama embravecida que dejaba escapar un largo hilo de humo negro. La vela era color marrón y su grosor era tal que bien podría haber pasado por un cirio.

La vieja volteo hacia arriba para ver a Alex. Se retiro un poco los cabellos grises, aguzo la vista, acerco la vela y dijo:

--¿Quien eres, hijo? ¿Y que quieres?

--Soy Alex.

Y no supo que más decir. No podía imaginarse contando la historia a alguien más. Las tinieblas de la noche hacían parecer creíble toda la historia, pero ahora, bajo el arco de una puerta iluminada por un gran cirio comenzaba a perder credibilidad.

--Soy amigo de Juan Carlos. ¿Le conoce? ¿O me equivoque? Me mando con un mensaje.

Alex no estaba del todo seguro, pero creyó distinguir un deje de sorpresa en el rostro de la vieja cuando esuchó el nombre del viejo.

--Ha. Ese viejo. ¿Y que quiere? Bueno, mejor pasar. Que mis huesos se resienten con el frío.

Acto seguido la vieja se dio la vuelta y comenzó a caminar con pasos lentos y cansados. El la siguió, el humo de la vela se desperdigaba por su rostro y le dejaba un olor acre, rancio, podrido. El interior de la casa era como el exterior. Abundaban los desperdicios y las sombras sin forma pero con una silueta. Había un camino entre los peluches viejos, los trapos que una vez fueron ropa, las envolturas de comida y los zapatos viejos. Siguió a la vieja por ese camino y llego a la habitación donde había estado originalmente la anciana.

--Así que Juan Carlos te envió. Eso explica tus ojos. ¿Pero que cree él que puedas hacer tu? Ja. Se esta haciendo viejo.--Dijo con una voz alta y rasposa, como gastada por los gritos. La vieja dejo la vela en una mesa tan antigua como las arrugas de sus manos y volteo a ver al joven que acaba de entrar al  cuarto y se había detenido en el umbral.

Alex no podía seguir la cantaleta. Entendía la mitad de lo que la vieja decía. Y esa cantaleta sin sentido lo ponía nervioso. Era como si la vieja supiera mas que él sobre él mismo, sobre el viejo al que había ayudado. Era como si el fuera un gusano más en su habitación que no mereciese atención.

--Pero pasa, siéntate.-- Y Alex se sentó.--¿Donde están mis modales?--Dijo la vieja riendo. Se dirigió a un ropero de madera. A diferencia de todo lo demás éste parecía ordenado y limpio, excepto por el montón de ropa que vivía encima, al parecer por ya mucho tiempo. Lo abrió con destreza y saco de su interior un morral que había dado lo mejor de si hacia muchos años.

Alex no se movía. Era como si su voluntad se hubiera quedado olvidada fuera de la casa. El olor de la vela era mucho mas intenso. No podía identificar exactamente ese olor. Sabia que lo recordaba de algún lugar, pero no daba con la fuente.

Mientras la vieja no perdía el tiempo. Había vaciado el morral en la, del lado contrario a donde estaba la silla que albergaba a Alejandro. De ella vio salir huesos, piedras conchas y un gran bulto, como un bote que al caer no reboto. Parecía pesado y tenia un olote como tapón. Era algo que Alex había visto antes esa misma noche, algo que tenia el viejo en su casa y a lo que no le había puesto la menor atención. Al fin y al cabo, el viejo estaba muerto y una muerte puede más que cualquier cosa rara en una casa. O casi cualquiera.

La vieja tomo primero los huesos y los lanzo hacia los pies de Alex. Luego tomo el guaje y lo destapó. Alex se levanto cuando cayeron los huesos a sus pies y volteo a ver a la vieja que ya sacaba un puñado de arena del guaje. La arena comenzó a moverse en su mano y a levantarse formando un pequeño remolino. Los pequeños granos se agruparon en formas y estas en imágenes.

--Recuerdo haberte visto algo sobre ti. Recuerdo que el viejo alguna vez menciono tu inminente llegada, tan inminente como las noches interminables del fin del mundo. Debe estar por aquí, en alguna parte--decia con inesperada clama la vieja--tu nombre debe aparecer en algún lado aquí, yo lo recuerdo muy bien muchacho.

Alex intento dar un paso y se dio cuenta que dos sombras tomaban sus pies desde debajo de la silla. Su pulso se acelero en demasía y la desesperación se agolpo como la sangre en sus oídos. Podía sentir el enloquecedor palpitar de su corazón. Y finalmente la adrenalina hizo que se percatara de todo lo que había dejado pasar.

Se dio cuenta que el olor nauseabundo de la vela era muy similar al de la piel de la gallina quemada. Y recordó donde había visto otros guajes como el de la vieja. También cayo en la cuenta del porque el Viejo no había dicho nada sobre el papel en la mesa en su ultimo soliloquio y porque había sido un error entrar ahí.

Despego la vista de las sombras que parecían tener forma y sin duda poseían silueta y vio a la vieja rodeada por la arena. No parecía interesado en él, al menos no de momento, estaba enfrascada e las imágenes que formaban los granos de arena y que se movían alrededor de ella como un pequeño tornado. El no pudo distinguir gran cosa, más bien no quiso distinguir nada. Entonces volvió a ver hacia el piso, hacia sus pies, y vio los huesos. La desesperación lo obligaba a forcejear. Y a pesar del miedo bajo su mano para tocar la sombra, pero solo toco su pie con sus dedos que ahora estaban inmersos en las tinieblas de las sombras con forma y silueta. Retiro la mano de inmediato y entonces vio que las sombras no estaba sujetando su pie, sino la sombra que proyectaba desde el otro lado de la habitación la vela que tenia detrás la vieja. Se quito su chamarra y la aventó hacia la vela.

El golpe hizo caer la vela y apagarse con el propio movimiento. Entonces la se hizo. Sus ojos aun no se acostumbraban pero debía salir de ahí. Corrió hacia donde estaba la vieja y la empujo con fuerza. Entonces salió del cuarto y fue hacia la habitación que tenia la puerta que dejaba salir de ese horrible lugar de sombras. En el camino tropezó más de una vez. Parecía como si las sombras alargasen el lugar. Sus pasos no lo hacían avanzar. Y sus manos tiraban multitud de cosas que caían y producían un ruido sordo, seco, carente de expresión. Entonces una luz enfermiza comenzó a iluminar el lugar. Era la vela que había sido prendida de nuevo, la vela que tenia ahora la vieja en la mano. Y traía una más en la otra que comenzaba a prender. Esta era nueva y larga.

La luz que inundo la habitación provoco a las sombras que parecían molestas por tener que arrinconarse entre los escombros. La vieja avanzo dos pasos.

--Entonces eres el heredero del viejo. Veo poder en ti muchacho.-- Dijo mientras daba el tercer paso y quitaba de su camino una mano con su pie.

--No se de que habla. Solo lo conocí una vez.--El miedo casi hacia que su vejiga se relajara por completo. Otra vez tenia que pelear contra esa falta de motivación para siquiera mover un dedo. Pero ahora era mas fácil. Podía distinguir entre todos los olores del cuartucho la sangre, la grasa, la muerte. Ahora entendía lo de la vela. Ahora entendía los cuerpos que se apretujaban entre la ropa y la basura alrededor del cuarto. Unos cuerpos sin grasa, solo carne y huesos.

--No gane nada de la muerte del viejo. Y tampoco ganaría nada de la tuya, pero algo como lo que tu eres, no es como para dejarlo ir.-- La vieja tenia los ojos inyectados en sangre. Y su rostro formaba una mueca de desprecio. Siguió avanzando, otro paso esta vez. Ya solo los separaban una delgada pierna y una cabeza ya sin ojos.

Alex logro moverse un poco. Logro recomponerse a base de fuerza. De desesperación. Podía mover con libertad sus brazos, pero la sombra de su cuello la estaban sujetando las sombras con forma y silueta. Sus pies eran como rocas asidas al piso. Y la vieja ya había retirado la cabeza del piso.

Alex no podía soportar los olores. La podredumbre. La sangre. La muerte. La sangre. La sangre. Recordó una vieja historia. Donde un tipo dejaba caer su sangre para dar vida a los hombres. Recordó la muerte del viejo.

Era la raíz de todos los miedos y por ende la raíz de toda la fe lo que movió su mano hacia su boca para morderse y así dejar salir el elemento más preciado por cualquier ser vivo. Dejo salir el rojo elixir. El liquido que alguna vez Quetzalcoatl dejo fluir en los huesos robados a Mictlantecutli para dar vida a los hombres. Y entonces con esa liquida piedra filosofal unto la oscuridad que lo subyugaba. Las sombras y las tinieblas renacían con su sangre como los huesos una vez dieron vida a los hombres. Y como sus hijas ahora seguían su voluntad, ahora le obedecían. Le liberaban.

Alex salió corriendo. Dejando a la vieja en su casa casi derrumbada. La dejo ahí con un montón de cuerpos. Quizá regresaría. Pero no dentro de poco. Corrió hacia la bici y de ahí pedaleo a las callejuelas de Azcapotzalco. Dejo que las sombras de las calles se lo tragaran y lo depositaran a donde pertenecía. A la casa del viejo. A ese gran jardín flanqueado por dos grandes jacarandas. Esa casa ordenada donde todo tenia un sentido. Donde había visto un sótano lleno de viejos guajes tapados con olotes.

Si hubiera puesto atención a las sombras de los árboles que iba dejando rápidamente atrás o de los muros de las viejas casa, podría haber visto dos sombras moverse entre las tinieblas, dos sombras con silueta, dos sombras que le seguían de cerca.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Sobre los muertos

¿Es acaso que se remonta a siglos, quizá milenios atrás? Realmente no lo sé, pero el día de muertos es mi celebración/ceremonia favorita. Llena de colorido, es para mi, la mejor representación de la alegría del mexicano. Pues el mexicano es un ser alegre por naturaleza, en la misma medida que es melancólico. ¿Por qué? Creo que se debe al traumatismo social fruto de las pasadas guerras, de las constantes disputas entre nosotros y el resto del mundo. Y no, no es exageración, pues tenemos muestras en el territorio de las pasadas invasiones y de las guerras/disputas internas.

Es entonces una alegría con matices melancólicos. Es la forma del mexicano de ver las cosas, incluso de vivir. El mexicano se queja de todo, y al final de la semana, del año, de alguna u otra manera, hay fiesta. Es una visceralidad constante, es una dualidad, quizá reminiscencia de aquella batalla entre aquellos viejos dioses en busca de un nuevo mundo.

Al final del día, no puedo dejar de escuchar mi canción favorita para estos días, y pensar en un incierto futuro que tal vez nunca llegue a ser.



Escribo esto rodeado de mis muertos. Escribo estas lineas pensado en que pueden escucharlas aun sin ser pronunciadas.

sábado, 6 de octubre de 2012

Disertemos un poco sobre...Magia


¿Qué es lo que queda en nuestros corazones? El llanto de los días olvidados se asienta en un lago rodeado de las flores que conmemoran los días de gozo. Y las nubes de tristeza se reparten el cielo con los dorados rayos de luz y ninguno da tregua. Nadie gana en el corazón amado. Todos pierden la batalla y dejan al hombre vivir.

Todo permanece en el silencio del olvido, a la par que los recuerdos son borrados por un presente imperecedero. Por las ansias de un futuro incierto.

Son contadas las cosas que nos transportan como magia al pasado. Que nos permiten invocar, ya no revivir, pues solo se revive lo que alguna vez murió y un recuerdo que puede estar relegado al olvido puede ser devuelto al presente como un momento más en nuestras vidas a través de la magia de los olores y sonidos.

Los aromas nos transportan al pasado y podemos, al cerrar los ojos, ver nuevamente las imágenes de aquel momento que, quizá insignificante en la travesía de cosas que afectan a una vida, al final tanto significo para el animo de ese momento.

Los sonidos traen el pasado hacia nosotros. Lo evocan con sus notas, lo impregnan en el aire y consumen la luz y oscuridad de la habitación para formar en nuestra mente las ilusiones de los bellos y malos recuerdos. De aquellos que queríamos olvidar y de aquellos que esperábamos recordar.

La verdadera magia reside en los recuerdos. En la imaginación. En la forma en que recordamos e imaginamos. En la manera y medida en que podemos traer al presente personas, cosas, momentos y sentimientos. Es esa la verdadera magia que siempre deberá mantenerse en equilibrio, sino cósmico, cuando menos un equilibrio terrenal.

Cuando recordamos algo, otra cosa debe ser entregada.  Pues los recuerdos se formaron de materia y su remembranza no cuesta, pero su invocación como magia pura ha de pesar sobre nuestros hombros y sobre los hombros del mundo en el que vivimos.

¿Al final, de cuántas maneras puedo hacer magia?

martes, 18 de septiembre de 2012

Una entrada confusa

Hoy será un poco de música la que comparta en este medio. No hay mucho que decir de mi parte sobre lo que leerán y quizá escuchen, pero puedo dar mi opinión sobre esa Entrada Confusa.

Una canción melancólica como la que más con una letra en dos idiomas que traslucen un surrealismo sutil y sencillo. Y en esa sencillez es donde reside la grandeza de la letra. Finalmente quiero despedir la entrada de este blog donde me gusta pensar, se sudan las ideas [pensamientos, sueños...alucinaciones] como cristales de locura y de pasión.


There’s a little room 
Where the music in our eyes wake up 

Sixteen hands for play 
But sounds are laughing, laughing all the time 
They pretend to catch them all, just for a little while 
Sound pretend to flirt some more and silence, silence sleeps under the light. 

-Una entrada confusa, la salida clave. 
-El cuarto de color y música. 
-Un cuarto de temor y lucha. 
-La mirada cae. 
-Decaído el suelo escupe soledad. 
-Tu y yo, el llamado que la sangre calla. 
-3 esquinas, la cuarta vive para ser esclava. 
-El señuelo para estallar a la vida. 
-Amarillo viento que mueve mi pasado, mi pesar y mi eternidad. 
-Brilla? No conozco ese lugar. 
-Abatido el silencio desespera para yo esperar. 
-Comen soles, queman hambre. Cuántas gotas de sal quieres? Porque el río por fin volar sabe. 
-El gemir de las paredes está preso de nuestros seres. 
-Conocidos instrumentos decoran manos y los rostros aparecen tras la vida de sonidos aparentemente humanos. 
-El vestido que la crítica decoró. 
-Aquí se sudan las ideas como cristales de locura y de pasión. 
-La habitación donde los pasos se inspiran a olvidar. 
-Contigo quiero dar los siete pasos de regreso.





domingo, 9 de septiembre de 2012

Sueños...

Hoy he visto un arcoíris y he sonreído. He visto en sus colores la ciencia que me han enseñado en la escuela, pero he observado dentro de sus colores las sonrisas de amigos. He visto la sonrisa de personas especiales, de aquellas con las que deseo pasar cada vez mas tiempo.

Hoy he visto un arcoíris y he sonreído. Lo he hecho como cuando niño. Lo he visto y no he podido hacer más que maravillarme con su esplendor. Hoy mi corazón de alegra de respirar. Hoy deseo que tengamos un nuevo comienzo, y podamos conocernos. Que cuando te vea en los siguientes días tu sonrisa sea tan maravillosa como el arcoíris que he visto, y estoy seguro que sonreiré al verte.

lunes, 20 de agosto de 2012

A Isole...

Preguntaste si era seguro mi sendero, pero solo hay seguridad bajo tu estela. Me dijiste que no entendías la poesía. Y es normal, ¿acaso el hombre entiende al hombre? ¡No! ¿Entonces por qué la poesía debería entender a la poesía? No hay verso ni prosa digna de tu presencia. 


En mi camino por las oscuras y lluviosas calles solo me protege tu recuerdo que irradia sobre mi ruta una vereda. Eran las calles que andamos vírgenes ante tu paso, y tu asombro solo comparable al del infante. Es la esencia de tu presencia un je ne sais quoi que marca cada movimiento. Y solo resta homenajear la velada yendo a las puertas del  ensueño y gritar tu nombre en un susurro, para que el eco del recuerdo me lo regrese en un murmullo.

lunes, 16 de julio de 2012

Divagaciones...

Yo se que todas las personas son diferentes y por tal tienen diferentes necesidades. Lidiar con las necesidades es básicamente lo que debemos hacer en el día a día. El resto, lo que salga después de cubrir las necesidades eso ya es ganancia. Y hay que saber como manejarla.

Hay muchas necesidades comunes de los hombres, y existen otras particulares para cada persona, pero al final no importa lo que hagamos si no satisfacemos las necesidades que tenemos algo va a andar mal con nosotros.

Dicen que el hombre sabio necesita poco.

Yo necesito muchas cosas, pues de sabio tengo tanto como mis años, que son pocos. Pero de entre todas esas necesidades que pueda tener, hay una, primordial en el juego que me toco. No se como llamarla, no se que pueda ser, pero seguro que la comprenden una dosis de curiosidad, dos de variedad (anti-monotonía) y finalmente una pequeña dosis de aventura.

Si, necesito de eso. La pregunta es, ¿Cómo satisfago dicha necesidad? Por un tiempo creí que la ciencia era la respuesta, pero comienza a ser monótona. Quizá sea una etapa, pero mi mirada se posiciona en cosas que no había visto ni hecho antes, en un mundo que puede que sea lo suficientemente dinámico y peligroso. El peligro es bueno, es adrenalina.

¿Resolver misterios podría ser la solución? o tal vez es solo el camino y no la meta en lo que me debo concentrar.

Sí, casi seguro que sea eso, la cuestión es cambiar la meta cada que la monotonía y el aburrimiento azoten su fuerte látigo contra mi mente. Y para muestra, solo recordar las palabras de R. L. Stevenson:

"Yo no viajo para ir a alguna parte, sino por ir. Por el hecho de viajar. La cuestión es moverse."

sábado, 7 de julio de 2012

Ideas...de Girondo Oliverio

Hoy quiero compartir una poesía que conocí hace unas semanas, y que es de las que más me ha gustado últimamente. Me gusto porque es de esas que pueden leerse al oído y que cambian cada que se leen, por la inflexión que se le de a cada palabra, a cada linea...y aunque depende de quien lo lee y a quien se lea, al final siempre se...entregan.


Poema 12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden, y se entregan.



Girondo Oliverio

martes, 26 de junio de 2012

Ideas...


No detengamos el camino
no hay que impedir
nuestra existencia en el mundo.

El amor en nosotros
siempre con decoro
hay que compartirlo con otros.

Dejemos fluir
la energía del universo
y que se inmiscuya por entero.

Solo así
el cuerpo sanará
y el alma brillará.

viernes, 22 de junio de 2012

Ideas...


Hermosa la lluvia 
que evoca recuerdos aun no vividos 
esperando ser consumados.

En tu ausencia el humo
de mi cigarro no terminado
juega entre mis labios.

En las charcas las gotas
juegan divertidas
sin saber lo que les aguarda.

Son nuestros pasos
los que rompen su baile
e imponen un trance.

Y el olvidarte para mi
será el gran pecado
que cometo por anticipado.

jueves, 21 de junio de 2012

Ideas...


¿Qué ha sucedido?
que el viento ya no vuela,
¿Qué ha sucedido?
para que su corazón duerma,
¿Qué ha sucedido?

¿Cuál es la respuesta?

 ¿Acaso
viles sombras han entrado
destrozando sentimientos,
mancillado su cuerpo,
liberando su alma 
ya muerta?

sábado, 16 de junio de 2012

Premonición...


Mi epitafio aun no necesario:

Nada que sea dicho puede resumir la vida de una persona. Para ello hubo toda una vida.

martes, 12 de junio de 2012

Alucinaciones...


--Hola. No voltees, no puedes verme. Si lo haces me iré -- Dijo la voz a su espalda.

Era esta la segunda vez que la escuchaba. Era dulce y armoniosa. Quizá un poco melancólica, pero siempre bella. Era imposible saber si lo que decía era cierto o no. No había modulación ni tono. Solo el significado de las meras palabras como vertidas en una hoja y leídas sin emoción. Pero la voz era sumamente bella. Como de otro mundo.

La primera vez que había escuchado la voz había sido un mes atrás, cuando había visitado de nuevo la casa. Esta era antigua con paredes de adobe y techo de madera y tejas. Era vieja pero bien cuidada. Sus paredes blancas resplandecían en los amaneceres y su calor reconfortaba por las noches. Siempre se había imaginado el vivir en una casa de adobe como ser enterrado vivo en un gran mausoleo subterráneo.

Cuando vio la casa solo iba de paso, de regreso de sus vacaciones hacia ya un año. El pueblo era pequeño y no había nada significativo en el, nada que le atrajera. Excepto la casa. Así que se dedico a la tarea de comprarla. Empresa que duro algunos meses, pero que termino exitosa.

Había entrado y dejado las cosas en la vieja mesa de madera. Todos los muebles parecían tener muchos años, tantos como la casa, y algunos no servían. Parte de su trabajo en adelante era revitalizar la casa, reparar los muebles, pintar los muros, arreglar el jardín. Devolverle el vigor y la solemnidad que se merecía.

La casa era de una planta, a la entrada solo había una habitación grande que hacia las veces de cocina, comedor y sala. Era tan grande que aun con lo que ocupaban de todos los muebles se tenia un gran espacio libre. Al frente de la primer puerta, cruzando el cuarto, había una más que daba al jardín trasero. Esta puerta quedaba a un lado de la cocina y tenia a su izquierda una amplia ventana de manera que al cocinar o lavar los trastos se podía observar el jardín. El jardín terminaba en una pared que era parte de un viejo acueducto. Era una de las cosas que Miguel más apreciaba de la casa.

La otra habitación principal estaba a la derecha, y solo constaba del dormitorio, casi tan amplio como la anterior. Había en él un gran ropero de cedro y una cama vieja a la que le rechinaban los resortes. Trajo de su casa un sillón y lo colocó a lado de la ventana que daba al jardín, al lado opuesto de la cama. Fue mientras se dirigía al sofá a dormir ya pasado su día de remodelaciones cuando escucho la voz de mujer, sutil, tierna y escalofriante.

--¿Quien eres? -- Había dicho la voz en aquella ocasión.

Para Miguel escuchar una voz era algo extraño, pero nada que su imaginación no le hubiera jugado antes. Y así, a manera de juego contesto:

--Soy Miguel, ¿Cómo estas? Yo estoy aquí, sin mucho que hacer. Comenzare a vivir en esta casa -- Con cada palabra se relajaba un poco más. Se convencía pobremente, pero se convencía de que era solo su cabeza-- No se quien seas pero seguramente podremos platicar de vez en cuando. Espero no te moleste, lo que pasa es que suelo hablar mucho.

Y como esperando respuesta se quedo Miguel despierto y con los ojos abiertos después de haberse acostado. Cuando despertó lo hizo porque el sol le golpeaba el rostro. Para entonces la voz era solo otra anécdota más de su imaginación hiperactiva. Un recuerdo vago, onírico. Algo irreal a la luz del día.

Pero esta vez era diferente. Las ventanas y la puerta estaban cerradas, y la noche solo dejaba entrar el sonido de los grillos y el parsimonioso viento que mecía las hojas de los arboles en su andar. No había manera que fuera su imaginación.

Las palabras que había dicho "No puedes verme, o me iré". ¿Eran acaso una petición? Y su pronunciación, tan perfecta que no cabia duda de su humanidad. Pero la frialdad de las palabras era estremecedora. Pero el sonido tan armonioso, tan sutil y suave, tan suave como el tacto con un pétalo y tan bello como el amanecer. Era todo contradicción.

Al no saber que hacer simplemente se quedo parado, estático, pensando sobre la voz. Y fue un instante después en que sintió la presencia, como si hubieran llegado juntas pero retrasadas. No se explicaba como es que se había percatado primero de la voz. Era una presencia, una silueta en el rabillo el ojo. Su imaginación comenzó a jugar con él.

Su cuerpo agudizo sus sentidos. Ahora podía escuchar el crujir de las ramas en el exterior, el constante golpeteo de alguna rama con la casa. Podía oler la tierra de la casa, el cloro que había usado al limpiarla, ese olor a canela del incienso. Sentía con sus pies descalzos el petate que hacía las veces de tapete, podía sentir en sus pestañas y en los vellos de la nuca un ligero aire, un viento casi imperceptible que se colaba de ningún lado. Tenia las reminiscencias en la lengua del cafe que apenas había tomado.

Y se percato de todo en solo un instante. Un instante antes de escuchar nuevamente la voz.

--Gracias--Dijo la voz, como aliviada. Ahora, se había dado cuenta de que la voz era femenina.

--Ahora podemos hablar, pero no puedes verme. Si me ves tendré que irme.--Ahora la voz de mujer tenia un matiz mas grave, era una voz hermosa, suave y sensual. Pero carecía de un verdadero propósito. Se seguía escuchando como la lectura sin sentimiento de un guión mil veces ensayado.

--Esta bien, pero no se quien eres. Yo soy Miguel.--Pronuncio las palabras con un hilo de voz. Tenia miedo. Después de pensar e las posibilidades se había percatado de que no había manera de que fuera un sueño y había terminado por aceptar.

--Acaso los nombres sobran en este lugar. Tu me colocaras uno, a su tiempo. Llegara a tu mente como la palabra belleza cuando ves un amanecer. Mi persona no es, ni ha sido en este mundo. Quizá nunca llegue a ser. Acaso sea como la lluvia que esta en todos lados donde hay agua y nadie puede saber realmente donde esta.

Después de dichas estas palabras Miguel sintió un fuerte corto viento sacudir su espalda, y con ello una fuerte pero gentil presión en sus hombros lo orilló a la cama, donde el tomo asiento a la orilla, quedando frente a la ventana y el sillón. La presión en sus hombros no disminuyo, y por el contrario, sintió un frío dulce y arrebatador acercarse a su espalda.

--Pero habrás visto cosas, el tiempo ha pasado junto a ti, así como la lluvia cae y tarda tiempo en caer y en ocasiones contempla un atardecer y en otras la noche estrellada.--Dijo Miguel que se había relajado cuando se sentó. El frío que sentía no era incomodo, por el contrario lo había calmado. El sonido exterior no se detenía, y el ambiente no estaba pesado o denso. Era agradable, quizá extraño, pero agradable. Era como platicar consigo mismo, o con un viejo amigo por el teléfono. Solo debía recordar no voltear.

--He visto pasar el día y la noche. He visto incontables veces la estrella de la mañana salir y ocultarse para re emerger gloriosa en la oscuridad. El tiempo no me es ajeno, ni la vida de los hombres. Por el contrario, mi presencia en este plano es abocada al hombre. En un tiempo fui reconocida y amada. El amor del hombre es grade y fuerte. Tanto como su olvido e indiferencia. El hombre es el exceso en existencia. Nada en este mundo se excede en nada, solo el hombre.

--Es muy cierto, pero es parte de el. Es su orden natural de las cosas. Es, más que una elección, una maldición del hombre poder elegir. El hombre seria mas feliz si fuera todo instinto.

--Pero el instinto es malo. Gracias a que el hombre puede elegir es que comete errores, y por ellos debe pagar. Yo cometí uno hace mucho tiempo y por el aun sigo pagando.

Dijo esto ultimo con un voz dolida, como de quien aun puede ver la herida abierta. El corazón de Miguel se estremeció y sintió la necesidad de consolarla. Su mano se dirigió con eterna lentitud hacia su hombro, donde la presión no haba desparecido, donde algo estaba recargado, un algo frío y tierno.

El contacto fue frío. Fue tierno. Fue cálido. Sentía como su calor se transmitía hacia la mano que apenas sentía. Era algo evanescente, como si cada segundo que su mano hacia contacto desapareciera y se volviera a formar. Y era húmedo.

Miguel no quiso continuar la platica, sintió que habían llegado a un punto incomodo. Quiso cambiar la conversación pero no sabia que decir. Finalmente, pasados algunos segundos quiso decirle que cuando podrían hablar nuevamente, que como sabría que ella estaba ahí. Y fue en el instante en que titubeo las palabras que un nombre apareció en su mente, un nombre del que no sabia el significado. Era una palabra, era la palabra adecuada para llamarla, la única que podía existir: Sihuehuet.

--Sihuehuet--Pronunció con extrañeza e inseguridad--¿Cuándo podremos hablar de nuevo?

--Después. El tiempo es ajeno a nosotros. Quizá aun no lo sabes, pero algún día encontraras a Coatl y entenderás todo. Coatl vendrá a reunir a los antiguos, a quitar las cadenas de los condenados. Restaurara el orden de las cosas y guiara el camino de los antiguos. Destruirá lo que deba destruir y creara lo que deba crear.

Poco antes de que Sihuehuet terminara de decir las palabras que serian las ultimas de esa noche un calmado viento se arremolino alrededor de Miguel. Le erizo la piel, y los vellos de la nuca. Por un momento el temor a lo desconocido regreso con mayor ímpetu y le hizo voltear con rapidez. Lo único que vio un pequeño remolino y agua. El agua permanecía en el remolino, no salpico. El lugar donde habría estado Sihuehuet estaba ligeramente húmedo de agua, supuso.

domingo, 10 de junio de 2012

Pensamientos...

La cabeza me duele. El dia ha sido tranquilo y agradable. La semana transcurrio sin nada realmente importante, quiza solo una cosa. Me di cuenta, gracias a cierta platica, que mi idealismo puede ser realmente malo. Los ideales son buenos, y siempre lo he dicho y creido, pero no podemos juzgar a todos bajo los mismo ideales, aunque suene contradictorio, pues yo creo que no puede haber muchos ideales, sino unos cuantos, pocos que todos seguimos, o deberiamos seguir.


Me llegue a culpar por muchas cosas, pero no por eso. No por seguir mi ideal. Y es algo doloroso. Pero dentro de los ideales existe la soberbia, y es esa parte la que se siente lastimada, quejosa. Por eso esta bien que duela. De esa manera se aprende y se crece. De ninguna otra. Entonces al final, es en parte (una parte mas de las ya existentes) mi culpa...porque? pues simple, porque:

You can't be idealistic in this world and not be crazy. 
John Zorn 


Quiza porque al aprender se va dejando la soberbia de lado, es que cuando se crece se va perdiendo el idealismo. Que tan bueno, que tan malo sea...lo ignoro.

lunes, 4 de junio de 2012

Ideas...

Hoy es uno de esos pocos días en los que la melancolía como negro humo se cuela por cada resquicio, intoxicando cada poro, célula y pensamiento.

El día de hoy

quiero, espero, anhelo,                          poder seguir

caminando, guiando, volando,              por los senderos de la

incertidumbre, vida, muerte,                  sin

caer, perder, morir,                                en ese cuerpo que dice

vivir, respirar sentir.


La melancolía es la felicidad de estar triste, nos decía Victor Hugo...y es cierto.

Sé lo que quiero, se lo que tengo. Pero no quiero hacer nada por conseguir lo que quiero y no se si conservar lo que tengo sea lo mejor. Será quizá una crisis de identidad, será un sentimiento pasajero que llego para irse con esta pequeña temporada de lluvias.

Quizá sea que finalmente he dado la cara. Me he presentado ante el mundo y ante mi mismo como lo que soy. Cóatl. Y es entonces el paso de Venus el que afecta mi sentir. Estoy entonces triste por recordar gloriosas centurias y milenios pasados. El saberme atrapado en un cuerpo ajeno a mis poderes y creencias. El ver la decadencia de mi pueblo doblegado por criaturas casi humanas que no tienen un solo ápice de la sabiduría que tenia mi antiguo pueblo.

Quizá solo es el cansancio de las vidas que cargo en la espalda.

lunes, 14 de mayo de 2012

Encuentro


Estaba terminando de limpiar la mesa y acomodar la tinta y pergamino en su lugar. La media noche reinaba desde hacia varios minutos. Se levanto de su viejo sofá y se dirigió a la habitación. Fue entonces que al verla tendida en la cama con la sabana enredada en su pierna, su rítmica respiración subiendo y bajando levemente su pecho y sus ojos cerrados mostrando la mayor inocencia no pudo mas que ir por una vela y colocarla en el buró. Su sonrisa y mirada picara anticipaban sus acciones.

Se recostó con cuidado de no despertarla. Bajo la sabana hasta poder ver su pecho desnudo que se irguió potente por culpa del frío. Su mano izquierda se poso en la pierna de ella y sus labios dejaron un rastro de saliva en el hombro en su paso impetuoso hacia el cuello. Marisol parecía no querer despertar, pronuncio con la garganta una leve queja. ¿O quizá era un pequeño gemido? Su mano izquierda paso de su pierna a la cadera y cintura. Su cuerpo tibio le resultaba tierno, etéreo. Sus labios seguían sembrando las semillas del deseo en su paso por la piel sedosa y trigueña de ella.

Marisol se movió por completo dando la vuelta y ofreciendo la espalda. La sonrisa de Mauricio se ensancho. Su mano izquierda nuevamente se poso en la cadera y fue, lenta y cautelosamente, bajando por la nalga cual pequeño explorador en tierras inhóspitas para que luego, en un futuro muy cercano reinara en el Monte de Venus. Sus labios húmedos se llenaron con la pasión naciente de la sutil negación de Marisol. En su pecho la respiración comenzó a agitarse y sus acciones eran cada vez menos tiernas, menos delicadas.

Con sus labios rozó la cintura de ella y como sin quererlo, como negando la posibilidad, su lengua muy despacio y con timidez se asomo y formo un largo trazo hacia la axila. La respiración de Mauricio se detuvo y su piel se erizó levantando sus vellos. Le excitaba pensar en el rostro oculto por el manto de sombras. Le encantaba la insinuante silueta de su cadera contra la pared. Para entonces el aroma de la vela se había impregnado en cada rincón de la habitación. Era canela. Un aroma que podía casi paladear ya en la piel de Marisol. Y entonces con firmeza pero aun con un poco de suavidad la volteo obligandola a colocar su espalda en la cama.

La tenue luz que había fue suficiente para hacerle saber que ella aun mantenía los ojos cerrados. Poco tiempo dedico a la contemplación de su rostro. Un par de pezones le llamaron como sirenas cantando en un mar de piel y carne trémula. Como si escuchase su llamado y con lentitud fue a besarlos. Un beso. Y parecía haber temblado. Otro beso. Le pareció ver por el rabillo del ojo una diminuta mueca en los labios de su amada. Un beso más. Se monto en ella y  los besos fueron demasiados para contarlos. Los movimientos involuntarios de Marisol parecían pasar desapercibidos por Mauricio en una continuación del juego.

Los besos se detuvieron. Las manos de Mauricio recorrieron el cuerpo de Marisol una y otra vez mientras la contemplaba en toda su extensión. Hacía especial énfasis en sus pechos y sus piernas. Finalmente se detuvo en las corvas y las levanto haciendo que las rodillas se irguieran y sus pies se acercaran. Se hizo hacia atrás y metió la cabeza como un dios que cae entre las piernas que como montes protegían un preciado valle. Y lo que encontró fue un pantano. Húmedo y fragante. Parecía el mejor lugar del mundo para vivir. Y Mauricio no satisfecho con vivir comenzó a explorar, buscar, penetrar con maestría y dulzura el denso follaje hasta encontrar un pequeño ojo de agua del que comenzó a beber afanoso el aguamiel que brotaba.

Marisol no quería abrir los ojos. Sería como despertar de un dulce y placentero sueño. Seria romper el encanto que flotaba entre la penumbra y la canela del aire. Intentaba vehementemente no moverse. Sentía la pesadez del sueño y el vigor de la pasión. En su mente una palabra inteligible se formaba, no lograba concertar ideas ni emociones. Su mente y cuerpo se había entregado a las sensaciones por completo. En ese momento nada más importaba, nada más existía.

Mauricio nunca se dio cuenta del momento en que las manos de Marisol se adueñaron de su cabello hasta que un pequeño tirón lejos de molestarlo lo excitó. Ambos jugueteaban con rizos. Ella tenia diez dedos en su cabeza y él su lengua ocupada haciendo bucles en la selva. El calor había subido. Como una droga bendita el aguamiel de Marisol había terminado por obligar a Mauricio a retirar su pantalón y liberar su miembro de la horrible opresión.

Ella sin una pizca de sutileza jalo de Mauricio hacia su pecho y sin palabras los pechos cual sirenas con laúdes cantaban e invitaban a perderse en la succión. Parecía magia. Parecía un ritual mil veces orquestado y por primera vez ejecutado. Las piernas de Marisol se enredaron el torso de Mauricio. Él las imagino como serpientes aprisionando. Su miembro caminaba y jugueteaba como sin saber donde debía dirigirse. Parecía olfatear un camino conocido y atrasar lo inevitable. Las serpientes empujaban cada vez con mayor fuerza hasta que obligaron al sabueso a entrar en la caverna.

Ahora ya sin reparo el juego había terminado. Las intenciones de ambos estaban en la cama y sus cuerpos ahora peleaban y soñaban ambos a un mismo ritmo, con la misma cadencia. Ya no había nada que descubrir solo un punto al cual llegar. No había juego o entretenimiento. Lo que quedaba era una especie de meditación, de trance. Un momento, poco más que un instante en el que el mundo, con sus generalidades, se desvanecía y dejaba lugar a los detalles.

Ella podía oler la tinta de las manos de Mauricio. Él tenia las reminiscencias de un olor dulzón y acido, el olor de Marisol. Ambos sentían el calor y la pasión debajo de la piel del otro. Era como un regalo que no se podía rechazar.

Diez uñas se clavaron en la espalda de Mauricio y le obligaron a detenerse en un espasmo que recorrió todo su cuerpo. Ella aprovecho para erguirse y estrechar el espacio que separaba sus cuerpos. Se sentaron, ella encima de él. No había necesidad de palabras los cuerpos se comunicaban de la manera más básica y natural, de la forma que solo recordamos en los momentos más puros, inocentes o lascivos.

Mauricio sintió las piernas que le rodeaban tensarse, los brazos que le apresaban fundirse los labios de una bella durmiente buscar por primera vez los suyos. El ritmo aumento. El beso como un monumento, permaneció infinito e inmutable en la presencia del placer mutuo. Las uñas de ella se enterraban sin siquiera desearlo cada vez un poco más. Él apretaba la espalda con una mano y con la otra jugaba con una parte mas baja. El vaivén aumento. Las lenguas peleaban. Las bocas penetraban, doblegaban, se sumían, se bañaban, acariciaban y dominaban. Y finalmente el mundo se detuvo. Como una fermata eterna. Como el instante previo al anochecer. Como la eternidad antes de salir del agua después de un clavado.

Pero la noche llego. La superficie del agua se rompió. El segundero se movió. Y todo con la misma celeridad que antes continuo impasible su camino. Dos cuerpos cayeron abrazados. El cansancio se volvió cómplice, el sopor ayudó y ambos con triquiñuelas los encauzaron sobre los ríos oníricos de Hipnos para finalmente llegar al lago dominado por Morfeo donde habrían de nadar por el resto del acto de Nix.

sábado, 14 de abril de 2012

Sueños...

Tu cuerpo mancillado por la tierra
cargando el llanto del mundo
era ligero al tacto como la cera
y frió como el cero absoluto.

Has pasado caminando a mi lado
tu aura he sentido
recordando todos mis pecados
dejándome herido.

Con los recuerdos suturo
las llagas del futuro
de aquellos pecados
que no fueron mios.

Hoy tengo la vista perdida
el corazón enterrado
en tu mirada infinita
junto a tu cuerpo olvidado.

jueves, 12 de abril de 2012

Sueños...

Si acaso cabe
una maravilla mas en la tierra
esta debería ser sin dudarlo
una mirada tierna.

Que salga de tus ojos,
enmascarados en el antifaz
gobernador de tu rostro,
de esos gitanos ojos.

La piel tersa y clara
con sabor a la tierra madre
orgullo de tu raza
por el tiempo olvidada.

Y he de hacer honor,
al recordar tu gente
y aclamarte con jubilo
y todo eso es imposible
entregándote mi amor en vilo.

viernes, 6 de abril de 2012

La mujer de rojo

El profesor David acababa de incorporarse a la secundaria 54 y aun se estaba acostumbrando a la vida en la gran ciudad cuando comenzó a escuchar los rumores de la mujer de rojo. Para él, que se había criado con el folclore de la provincia escuchar sobre apariciones nocturnas no fue nada del otro mundo, lo que le causo curiosidad fue el hecho de que estas eran en una ciudad, donde la gente es mas fría y escéptica. Los alumnos estaban emocionados por ver la dichosa aparición e incluso llego a escuchar que se hacían apuestas para ver quien pasaba la noche en el parque, donde tenían lugar las apariciones.

Decir que solo fue casualidad que semanas después de haber escuchado los rumores David comenzó a caminar por el parque cada noche mas noche sería como decir que es una casualidad que los profesores dejen tarea. Y todos saben que las tareas son la forma mas intencional de crueldad en una escuela.

Era pues la noche en que se había quedado mas noche y solo como referencia diremos que las doce campanadas habían pasado hacia unos minutos. David se había sentado en lo alto de la explanada, junto a la estatua de un personaje olvidado cuando vio acercarse un indio trajeado portando un panamá a juego con su negra vestimenta y fumando no con poco disimulo un grueso habano. Al acercarse más logro ver que su traje poseía unas distinguidas lineas blancas y que su lacio cabello azabache formaba una coleta en su espalda apenas visible en la penumbra.

--Buenas joven. Si no fuese esta la gran ciudad juraría que es el chamuco en persona--Dijo David.

--Buenas don. Pues aquí en la ciudad no es raro que camine ese señor a estas horas, pero no no soy aquel que menciona.

--Y quien es, si se puede saber.

--Tengo como principio no mentir de noche así que me va a tener que dispensar la fantástica realidad de mi persona. Soy Alex, y soy un brujo.

--¿Un brujo dice? Yo conocí uno allá en mi pueblo y nunca lo vi vestido como un jazzista de los años 20. Le disculpo la fantasía pues en esta vida podemos ser quienes queramos ser. De noche nadie puede negar que quizá el día es solo una ilusión de la esperanza.

--Pues si, soy un brujo, un nahual como le dirían en su pueblo. ¿Y que hace un profesor deambulando por un parque?

--De noche no enseño, solo aprendo. Y me gustaría aprender a adivinar oficios así como lo hace usted.

--¿Y que aprende? Adivinar no es difícil.

--Aprendo los colores de la noche, las constelaciones del cielo. Escucho los rumores de la ciudad. Hoy en especial vine a aprender sobre una mujer de rojo.

--Oh, la mujer de rojo. Es solo una leyenda. Es solo un juego. No es mas que la luna disfrazada.

--¿De qué?

--De mujer de rojo.

--¿Por qué?

--Debe estar aburrida, el blanco y el plateado son los colores que siempre usa, y en estas fechas cuando tantos mueren le gusta pintar sus ropas con la sangre de niños y ancianos. Hoy vine a platicar con ella. Si quiere se nos puede unir.

La mirada del brujo destello astucia. Se veía una profunda oscuridad que se aproximaba desde lo mas profundo de su mente. Pero no había malicia.

En cambio, los ojos de David se cerraron. Impidieron el paso del miedo, de la inquietud latente en su pecho. Al volver a abrirlos puedo sentir la presencia mas hermosa que había tenido desde su niñez. La luz de la luna que había estado presente en todo momento se había extinguido y solo las tinieblas acariciaban sus cuerpos, con dulzura, como el amor del vientre materno, como si nuestra madre primera nos apapachara.

Fue entonces que de entre la oscuridad poco a poco se fue formando, de la poca luz que aun quedaba de los extinguidos rayos de luna, una mujer de piel cobriza ojos almendrados y oscuros. Su vestido rojo impecable se ceñía como una segunda piel a su cuerpo. Pero no había pasión en su mirada, o en sus caderas ni sus pechos. Era como si la inocencia se hubiera materializado con el cuerpo de la pasión.

--Hola brujo. ¿Quién te acompaña?

--Hola Tecuciztécatl, es un placer, como siempre. Su nombre es David y no ha salido corriendo al verme.

--Brujo, no seas tan formal. Estamos ante invitados, usemos un lenguaje común. Dime simplemente Luna.

--Cuanta imaginación, Luna. Dime, como ha ido todo en estos días.

En ese instante el brujo volteo a ver a David, parecía decidir algo. Finalmente de sus labios brotaron las siguientes palabras:

--Luna no suele bajar muy seguido. Desde el inicio de los tiempos se le ha encomendado una tarea y gracias a ello tiene que viajar. Solo puede acompañarnos en la tierra unas cuantas noches cada mes.

--¿Qué tarea puede ser aquella que te impide visitarnos mas seguido, Luna? --Dijo David.

--Se me ha encomendado mantener a raya algunas de mis primas. Constantemente desean llegar a la tierra. Buscan el amor de un hombre, pero no comprenden que el amor que ellas tienen es mas ardiente que cualquier cosa en este mundo.

--Una labor loable.--dijo el brujo con una sonrisa socarrona--¿Te apetece algo de música?

--Claro Brujo, ya sabes lo que me gusta.

El Brujo se llevó el habano a los labios y chupo profundamente. De la punta del puro comenzó a caer un poco de ceniza que dejo ver las brazas color naranja fuerte. Después de quitarse con total solemnidad el cigarro de los labios comenzó a exhalar el humo y este como obedeciendo una sinfonía danzó alrededor de los tres integrantes de la extraña reunión.

El azulado humo danzaba cambiando constantemente en formas que se fueron definiendo. En las figuras informes de humo aparecieron dedos, cuernos, flautas, guitarras y cabezas. Y luego como si el ojo humano fuera una maquina lenta y obsoleta David no lograba discernir entre las criaturas algo que le declarase la realidad de lo que veía. No lograba encontrar sentido a las criaturas con plumas y picos que tocaban la guitarra. A los xoloscuintles con manos de hombre que hacían sonar el bajo.

Pero esos detalles poco importaron. Pues la platica que siguió lo absorbió y le hizo apenas percatarse de la orquesta demoniaca a su alrededor. La voz de la luna, dulce como el aguamiel y adictiva como el pulque le hacia querer continuar por siempre.

Hablaron aquella noche sobre la vida y la muerte, sobre el amor y el sufrimiento. Pero hablaron principalmente de seres muertos y enamorados. Dioses con largos e impronunciables nombres que a labios de la luna y el brujo sonaban mágicos, místicos, magníficos.

Y así, perdiendo la noción del tiempo y la realidad David paso horas platicando, admirando y conociendo cosas que otros mortales nunca creerían, mucho menos aprenderían y fue entonces que se convirtió en un súbdito de la mitología, de tal manera que consiguió contacto con sus raíces, su antiguo pueblo y así con la magia que corría por sus venas. Todo en una sola noche, la noche de las mil horas, que seria como la recordaría.