lunes, 26 de diciembre de 2011

Sueños perdidos...

Es tarde. A unos cuantos minutos de que termine la navidad, pues si no me equivoco solo es un día. Estoy sentado en la barra de la casa de mis padres, con un cafe a un lado, La Dama recibiendo mis pensamientos y una maraña de ideas que intentan dilucidar una entrada coherente para este blog.

Se que ustedes lectores míos no tienen porque conocer mis rutinas ni mis manías a la hora de dormir, mucho menos mis terrores, pero es algo que se hace necesario para poder hacerles entender el sentimiento que ahora me embarga.

Soy lo que podrían llamar un búho o una lechuza, pues duermo normalmente hasta tarde y mi cerebro comienza a trabajar hasta pasada media mañana. Usualmente duermo 8 horas y mi reloj biológico es el encargado de regular dichas horas como si de un reloj suizo se tratase.

Tal vez me he obsesionado un poco con los sueños, pero es debido a una sencilla razón: No sueño. Sí, aquellas alucinaciones del consiente que administra el subconsiente me han sido privadas por varios años.

Anhelé fervientemente poder tener esa paz matutina que traen consigo las falsedades que nuestro cerebro nos regala por la noche. Aquellos, recuerdos construidos con nuestros deseos, con retazos de nostalgia y rebanadas de melancolía sazonados con los miedos mas profundos que tenemos.

Los anhelé porque mi mente no tenia paz ni un minuto, porque mi cuerpo ya casado de pensar siempre durante el día no tenia ni un poco de diversión en la noche, su entreteniumiento que le daba la relajación para poder funcionar correctamente.

El estrés fue el causante, y la ausencia de sueños solo aumento mi estrés hasta convertirlo en ataques de ansiedad que me llevaban a pensar en navajas, pistolas y copas rebosantes de un liquido carmesí. Intentaba alejar los pensamientos obsesivos con trabajo, pero solo era cambiar de obsesión, no era una solución.

Al final, sin saber que hacer decidí obligarme a soñar.

Todos tenemos amigos de dudosa reputación que se mueven por submundos que creemos que solo aparecen en las películas y fue a uno de ellos a quien decidí acudir por algunos de esos narcóticos que no necesitan receta y si mucha discreción y dinero.

Los viajes eran espectaculares, no puedo negarlo. Era como darle una pausa al intenso tren de raciocinio que había tenido por los últimos años. Pero eran efímeros. Y es que por muy fugaces que sean los sueños esos no se borran, permanecen ahí guardados e influencian en nuestro carácter, en nuestro comportamiento. Es como un frasco con una etiqueta de "Crecer y Madurar" lleno de canicas donde cada canica es un sueño que representa algún aspecto de nuestra vida que ya hemos pasado y superado. Incluso los sueños placenteros donde se hace realidad lo que más queremos es una forma de automotivación para lograr en la realidad esos deseos. En cambio, los viajes psicotrópicos son efímeros, divierten, entretienen y dejan descansar la mente, pero su presencia se esfuma como alcohol etílico en la mano.

Los viajes nunca pasaron de 3 por semana, y después de 4 semanas vi que los efectos eran cada vez menores. Los sueños que tenia mientras estaba despierto con esas sustancias jugando en mi cabeza eran sumamente repetitivos y carecían del aura de misterio y solemnidad de los verdaderos sueños.

Sin tener solución a mi problema, que más que problema era una simple y llana situación de incomodidad con mi propia personalidad carente de una madurez onírica, fui a platicar con un viejo amigo al que no veia en mucho tiempo.

Alex era un gran amigo que había conocido en la universidad. De talante misterioso y conversación amena era la única persona a la que me daba confianza confesarle el problema por el que había estado pasando.

Cuando lo vi llegar al cafe Revolución tenia a su espalda el parque delegacional y aun mas atrás un tumulto de estudiantes de la secundaria 54. Su andar descuidado y ojos mansos que dibujaron una sonrisa que seguramente no cuadraba con las ojeras que tenia.

Los ojos que mostró después de contarle no los habia visto nunca. Tenian una seriedad que no le quedaba a la cara bonachona y aun asi infundaba respeto. El halo de misterio con el que pronunció su mensaje fue estremecedor.

Me pido que guardara la calma, que lo que híba a hacer era completamente inofensivo, que no me explicaba porque lo hacia porque a menos que experimentara la cura no podría creer su origen. Y así, sin mas tomo un cigarro, lo encendió y lo chupo hasta la colilla sin saca un un poco d humo.

Después, los labios de Alex formaron una pequeña y perfecta o por donde salió el humo despacio, con una lentitud antinatural. En vez de comenzar a subir y esparcirse comenzó a envolver toda la mesa en la que estábamos. Por mi mente cruzo la idea de que alguien debía ver lo que pasaba y debía tener tantas dudas como yo, pero si alguien se percato no dijo nada, al igual que yo. Alex pronuncio una palabra que a mis oídos parecía impronunciable y que de alguna manera me evoco al zapoteco de algunas canciones que había escuchado. Debió de ser algún tipo de orden porque el humo inmediatamente se movió con una gran velocidad y para cuando me había dado cuenta ya había entrado por mi nariz, pasando por mi garganta quemando mi pecho y alojándose en mis pulmones que gritaban por exhalar la negrura que los invadía.

Me levante de la mesa, asustado y sin poder expulsar el humo de mi pecho. Quemaba de una manera indescriptible, y aunque poco a poco parecía menguar el ardor el terror solo se incrementaba a con el visión de mi viejo amigo vestido de negro con el cabello corto y despeinado sonreír de una manera maquiavelicamente satisfactoria. Corrí hacia mi auto y me fui sin decir una sola palabra.

Llegando a casa el temor infundado había dado paso a miles de preguntas y un cansancio tremendo. Intente dilucidar algunas de las preguntas en el diván de la sala pero mis párpados ganaron una batalla sin ningún esfuerzo y emprendí por primera vez en 4 años un viaje al mundo onírico que esta más allá del consiente.

Ha pasado más de una semana desde que vi a Alex y toda la semana he estado soñando. Es como si tuviera de vuelta algo que había perdido. Como si al momento de acostarme tuviese un interruptor encendido que me permite volver a soñar aun si duermo solo 10 minutos por la tarde.

No tengo manera alguna de explicar porque ha sucedido, lo que esta claro es que tengo que agradecerle a Alex. Lo he citado para mañana en el parque hidalgo, en el centro de la delegación. Algo en mi me hace temer la reunión, pero otra parte, la mas fuerte, me dice que debo hablar con el así que seguramente mañana este en una banca con aquel viejo amigo que ahora me parece un completo desconocido.