sábado, 6 de octubre de 2012

Disertemos un poco sobre...Magia


¿Qué es lo que queda en nuestros corazones? El llanto de los días olvidados se asienta en un lago rodeado de las flores que conmemoran los días de gozo. Y las nubes de tristeza se reparten el cielo con los dorados rayos de luz y ninguno da tregua. Nadie gana en el corazón amado. Todos pierden la batalla y dejan al hombre vivir.

Todo permanece en el silencio del olvido, a la par que los recuerdos son borrados por un presente imperecedero. Por las ansias de un futuro incierto.

Son contadas las cosas que nos transportan como magia al pasado. Que nos permiten invocar, ya no revivir, pues solo se revive lo que alguna vez murió y un recuerdo que puede estar relegado al olvido puede ser devuelto al presente como un momento más en nuestras vidas a través de la magia de los olores y sonidos.

Los aromas nos transportan al pasado y podemos, al cerrar los ojos, ver nuevamente las imágenes de aquel momento que, quizá insignificante en la travesía de cosas que afectan a una vida, al final tanto significo para el animo de ese momento.

Los sonidos traen el pasado hacia nosotros. Lo evocan con sus notas, lo impregnan en el aire y consumen la luz y oscuridad de la habitación para formar en nuestra mente las ilusiones de los bellos y malos recuerdos. De aquellos que queríamos olvidar y de aquellos que esperábamos recordar.

La verdadera magia reside en los recuerdos. En la imaginación. En la forma en que recordamos e imaginamos. En la manera y medida en que podemos traer al presente personas, cosas, momentos y sentimientos. Es esa la verdadera magia que siempre deberá mantenerse en equilibrio, sino cósmico, cuando menos un equilibrio terrenal.

Cuando recordamos algo, otra cosa debe ser entregada.  Pues los recuerdos se formaron de materia y su remembranza no cuesta, pero su invocación como magia pura ha de pesar sobre nuestros hombros y sobre los hombros del mundo en el que vivimos.

¿Al final, de cuántas maneras puedo hacer magia?