En mi camino por las oscuras y lluviosas calles solo me protege tu recuerdo que irradia sobre mi ruta una vereda. Eran las calles que andamos vírgenes ante tu paso, y tu asombro solo comparable al del infante. Es la esencia de tu presencia un je ne sais quoi que marca cada movimiento. Y solo resta homenajear la velada yendo a las puertas del ensueño y gritar tu nombre en un susurro, para que el eco del recuerdo me lo regrese en un murmullo.