Hoy he comido demasiado y aun así sigo insatisfecho. No he podido conciliar el sueño por las noches, y el menor ruido es capaz de sobresaltarme. Comienzo a odias las termitas que comen poco a poco mi casa, el ruido de sus patas mientras se arrastran es realmente asqueroso. Sé que pareciera que pierdo la cordura, pero no es así. He pasado por estos síntomas anteriormente, la única diferencia es que hace 7 años pasaron en unas cuantas horas, todos juntos con una celeridad e intensidad muy superiores. Esta vez puedo verlos pasar con tranquilidad, con una parsimonia aterradora, pues conozco de antemano los resultados de esta enfermedad.
He intentado concentrarme, seguir los estudios, no dejar botado el trabajo de todos estos años. La sangre que se acumula en mi garganta, me impide respirar bien, me entrega un dulce sabor metálico y me causa nauseas.
La criatura responsable debe saber lo que me sucede, ayer recibí un correo donde me saludaba. El primero en 7 años. Nunca imagine que volvería a pasar por algo así, y menos aun que sería con tal lentitud, tanta, que puedo documentarlo. Dentro de todo lo detestable de esta situación, es lo único rescatable. Los siguientes días serán aun más difíciles, y es posible que él se presente ante mí para jactarse de mi fracaso.
Debo comenzar a pensar en otras cosas además de mis síntomas, debo prevenir los ataques de Los Exteriores, debo protegerme, y si es que él se presenta, debo estar listo y no mostrar debilidad.
Debo recorrer un camino que ya había sido vetado, debo resurgir como el fénix. Debo resurgir de la sangre de mis muertos y brillar durante las noches de luna, debo caminar por las riberas plutónicas y levantar el mundo bajo mis pies. Debo seguir mis ideales, aunque estos signifiquen caminar por campos floridos, alimentados de cuerpos roñosos.
