miércoles, 30 de marzo de 2011

Más ideas...

Hoy necesito del ruido,
de un ruido armonioso como el ocaso
estridente como el mar,
infinito como el espacio.

Hoy necesito dejar de pensar,
de mi cabeza no sale el desertar.
Llegan ordenadas al ritmo en que se van
aquellas ideas que desaparecn en el viejo diván.

Donde mi abuela inexistente,
aquella que llamo en el presente,
dejaba sus ropas y mejores joyas,
la misma que es mi confidente,
en estos momentos de sombras.

martes, 29 de marzo de 2011

Ideas...


El aire esta caliente, arde alrededor
acaricia mi cuerpo y lo somete
lo despoja de todo esplendor
llena mis pulmones y mi voz entorpece.

Puedo sentirle recorrer mi cuerpo
viajar indolente a mi sufrimiento
por mis venas caminar,
mis ideas triturar.

ØØØ

Quiero gritar y nombrarte,
quiero caminar y escucharte
nombrarte al gritar
escuhcarte al caminar.

Quiero que las contradicciones
cual impulso fiero y certero
a traviecen mi cuerpo.

Quiero mover mi mente, volar
mi mente viajar
con esa hierba de la felicidad.

Quiero alucinar tu cuerpo,
Quiero probar tu seno,
comer de la mano de tu siervo
alimentar tu ego.

Quiero dejar de escribir
quiero desesperadamente, morir
correr al ritmo del viento
caer en el abismo del tiempo.

Quiero despertar de este sueño
Quiero permanecer solo todo el tiempo
sentir el dolor, probar su cruel sabor
bailar con el diablo en el infierno.

lunes, 14 de marzo de 2011

Un globo y un sueño...

Regresé ya entrada la noche a casa de la mano de un cordón inmaculadamente blanco que sostenía por el otro extremo un grande y rojo globo con figuras y motivos amorosos. Estaba cansado y complacido. Ridículamente emocionado porque mi novia había comprado un globo para mi. El recuerdo de aquel momento, antes tan impactante, ahora se me escapaba como una ave asustada, solo podía (o quería) recordar el momento en que ella, con su dulce sonrisa me entregaba el precioso globo y lo amarraba dulcemente a mi mano como si de un chiquillo se tratase. Y realmente lo parecía, pues con la sonrisa y la felicidad era cual niño con juguete nuevo.

La tarde-noche paso volando mientras camine con ella de la mano y después hube de regresar a casa. Aproveche el regreso para analizar a fondo aquel globo que tanto me agradaba, era todo un chicuelo tratando de entender la formula mágica de la levitación que permitía al globo estar suspendido en lo alto del vagón del metro; o la misteriosa posibilidad de aquella forma tan ingeniosa que parecía desafiar toda geometría existente; y de los dibujos que, no siendo los mas originales, a mi me parecían tan únicos como el amor que almaceno en mi pecho por la dadora de tan grandiosa maravilla.

Eran tantas las maravillas que encerraban en ese momento aquel globo que en ningún momento desapareció de mi rostro la sonrisa, incluso antes de apagar la luz para poder dormir el globo me seguía maravillando con el brillo tan especial que reflejaba de la bombilla blanca. Parecía complacido de estar sobre mi lecho, esperando para vigilarme durante las horas de sueño. Finalmente apague la luz y con ella se hizo presente una completa oscuridad. Camine a ciegas, sin tropezar por la fuerza de la costumbre, y me metí en la cama cerrando los ojos antes de permitirles acostumbrarse a la oscuridad.

Instigué a mi mente a quedar en un grande y profundo blanco que me llevara a flotar entre los brazos de Morfeo, sin embargo mi excitación por los sucesos del día hacía que imágenes viniesen con frecuencia a mi cabeza. No podía invocar a Hipnos y mucho menos acercarme a Morfeo, se escabullían entre las imágenes de mi novia, de la comida con los amigos, del paseo junto a A..., el cine y finalmente... El globo. Esta imagen me robo una sonrisa. Abrí los ojos para observar el globo que debía estar flotando impasible sobre de mi. Ahora ya no se si fue que estaba somnoliento o debería plantearme una razón científicamente inexplicable, pues el globo estaba brillando con una tenue luz que envolvía la habitación y la hacia acogedora como nunca lo había sido.

Decir que me intrigo fue poco, pero mientras mas miraba la luz su intensidad aumentaba, con cada respiración mis ojos pesaban más y mi pecho se inflaba cada vez menos, así hasta que entre en el trance mas profundo que he conocido, un trance que solo puedo llamar sueño.

Fue como sumergirme en una piscina repentinamente, el mundo se desvanecía poco a poco, sentía su presencia muy lejana pero aun existente. Sentía llegar a un fondo y cada vez desaparecer todo mas lentamente, y de pronto, como si hubiese salido del agua con la misma celeridad de un clavado estaba caminando sobre un sendero rodeado de un tupido bosque.

Era un atardecer, el bosque estaba poblado de rugosos y torcidos árboles que plasmaban extrañas figuras sobre el sendero. Entre los árboles había magueyes, y de los magueyes se erguían imponentes quiotes en flor. Ocasionalmente podía ver nopales enormes, de hasta tres metros de alto, que rebosaban de tunas rojas. De los árboles caían viejas hojas que cubrían el camino irregularmente.

Mi paso era firme, conocía aquellos senderos por los que andaba. Mis pies iban enfundados en un par de huaraches de cuero, mis pantalones eran de manta y mi cabello largo caía a mis hombres que estaban cubiertos por una camisa negra y un sarape.

Llevaba un porte de dignidad que no podía explicar, y se acentuó cuando llegue a un viejo cuarto en medio de aquel bosque. Era un construcción antigua hecha de adobe con techo de teja. La puerta era de madera gruesa y resistente, toque fuertemente con la mano y un hombre con cabellos blancos me abrió y me permitió el paso.

Ya dentro pude ver un comal, un petate, varias cobijas de lana y un poco de comida a un lado del fogón. El viejo intercambio palabras conmigo, palabras que ya no recuerdo, palabras que parecían importantes pues mi atención estaba enfocada en su rostro arrugado. Comenzó a moverse y quito el petate de su lugar dejando ver una madera, que también quitó, donde se encontraba un gran agujero.

Me asome por la cavidad y no logre ver nada más que oscuridad, el viejo me acerco un candil ya encendido y baje sin temor alguno. Me parecía familiar ese lugar, y mi cuerpo recordaba donde colocar cada pie a lo largo del túnel, es como si ya hubiera hecho ese camino infinidad de veces. Cuando por fin termino el túnel llegue a una caverna, al inicio no pude apreciar en su totalidad la magnitud, pero mientras caminaba logre apreciar su gran enormidad. Me sentía pequeño, el techo de la bóveda no se dejaba ver con la luz del candil, y mis pasos parecían ser guiados por recuerdos.

La caminata en la gruta duro solo unos pocos instantes, fui llegando a un lugar donde se levantaba una pequeña pirámide, de no mas de 10 metros de alto con una base amplia, no alcanzaba a ver ninguno de los extremos. Yo había llegado por la parte central de la pirámide, donde se encontraban las escaleras. Había allí mas gente, con vestimentas similares, pero solo les iluminaba un fuego grande y copioso al pie de la escalera. Cuando alcance el borde de la pirámide todos me miraban, deje el candil y el sarape en el piso, me despoje de mi camisa al tiempo que otros hombres cogían vasijas y cuencos con pinturas y comenzaban a dibujas glifos en mi cuerpo. Otros mas a cercaban plumas de distintos colores y prendían copal y lo esparcían por todo el lugar mientras entonaban cánticos en lenguas ya muertas, cánticos que no entendían pero que sabían debían de interpretar en esos momentos.

Cuando terminaron los preliminares era yo la viva imagen de un dios encarnado. Tenia plumas alrededor del cuerpo y en la cabeza, mis facciones eran gallardas y las pinturas enmascaraban cualquier imperfecto y lo convertían en algo supremo. Subí con la seguridad de un dios a la pirámide, desde donde podía ver a los hombres ya pintados, pero sin plumas, entonar otro de los cánticos de los que desconocían su origen y significado.

En la parte trasera de la pirámide estaba una joven cubierta con una manta blanca que sujetaba una cabra del mismo casto color. Le tendí una mano a la joven que se veía temerosa y al apretara intente transmitirle la seguridad que yo sentía. Pareció que en parte lo logre, no obstante seguía nerviosa. Era la primera vez que estaba ahí abajo.

Cuando aparecí con la joven y la cabra los cánticos desaparecieron y dio comienzo la ceremonia.