lunes, 14 de septiembre de 2009

Romanticismo


La música resonaba en todo el lugar, las sillas vacías temblaban al ritmo que ponía el DJ y en la pista todos bailaban. Marisol estaba junto a sus amigas y al frente unos chicos que como ellas, iban juntos y como todos, no esperaban salir solos del lugar. Vio como los chicos se acercaban y bailaban para sus amigas y vio como algunos se iban y como otros esperaban para bailar con alguna de ellas. Una punzada de dolor le cruzaba el pecho cada vez que alguien volteaba a verla y pasaba de largo, se recordaba que no debía haberse puesto "tanta" ropa, pues como decían sus amigas, quien no enseña no vende. Recordaba a la perfección el momento en que, frente al espejo, esas pequeñas pero visibles "llantitas" le molestaba, como la blusa que llevaba la había escogido porque no le gustaban las que tenían un escote pronunciado, recordaba como se habia dicho a si misma que debia ser ella misma, y recordaba también como se había dicho más de una vez que no debía ir a un lugar así, que no eran para ella esos lugares, pero ya estaba ahí.

Le sorprendió mucho cuando un chico se le acerco y comenzó a bailar frente a ella, no insinuándosele como a sus amigas, solo bailando e invitándola a moverse un poco más. El hombre no era el más guapo, pero no le importo, ni se fijo, solo bailo con una sonrisa en los labios y volteo a ver a sus amigas con una mirada de complicidad que ellas le correspondieron y se sintió bien, muy bien. Siguió bailando hasta que la música comenzó a bajar de volumen y cuando estaba terminando este chico le tomo la mano y le indico una mesa el fondo del lugar. Ella volteo a verlo y vio en sus ojos sinceridad, giro su cabeza y vio como sus amigas se iban, como ella, con otros chicos y como otras más se sentaban juntas en alguna mesa, solas.

Lo siguió sin decir una sola palabra, se sentó en la silla que le ofreció y la segunda sorpresa que tuvo y un tanto decepcionante fue ver que no se sentaba a su lado sino que ponía una silla del lado contrario de la mesa y se sentaba. Comenzó la plática con las preguntas de siempre, los nombres, las aficiones, algún chiste y comentarios sobre el lugar flotaron sobre la mesa. Fueron por un trago que tomaron de alzada, e inmediatamente fueron a la pista y siguieron bailando, ella sentía la emoción recorrer su cuerpo con oleadas constantes y mientras bailaba y sentía el rose de dos manos sobre su cintura y despuás tomando esas mismas manos, suaves y firmes, sentía la necesidad de que también unos labios la tocaran , mas cuando algunas palabras llegaban a su oído, palabras que se destruían con la música y no lograban su cometido, pero que si lograban hacerla desear tocar esos labios, hacerlos suyos.

El baile se hizo más rápido y comenzó a moverse con una sensualidad que desconocía y su cadera comenzaba a rozar la cintura del hombre que acababa de conocer. Sus manos flotaban alrededor del sus cuerpo y en veces se dirigían y entrelazaban con las manos del hombre que tenia al frente, y solo una vez se entrelazaron en su cabello y esas mismas manos hicieron que unos labios se acercaran y tocaran los suyos con una calidez inigualable y una pasión desbordante, sintió vibrar todo su cuerpo y ese momento se volvió eterno.

No recordaba mucho de lo que siguió después, recordaba que se sentía como hacía mucho no se había sentido, recordaba claramente que tomo la mano del chico y se lo llevo hasta una mesa y se recargo en ella mientras lo besaba con una intensidad que había olvidado que tenia, acaricio todo su cuerpo y también acaricio el pecho del hombre con el estaba, y ahí, en ese momento sintió encenderse una chispa que creía dormida.

Recordaba haberle preguntado si tenía auto y después ir con su amiga y darle las llaves del suyo diciéndole que luego pasaba por él mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios y era contestada por una igual en labios de su amiga que después de sacar un pequeño sobre de su bolso, agrego un apretón de manos con un regalo que le decía que se cuidara, ella lo vio y se quedo pensando un momento, solo un momento en todas las veces en que había estado sola en casa viendo televisión, sola también en la cama disfrutando ella misma de sí misma, recordó las veces en que sus amigas no podían verla porque saldrían con sus novios y después de un momento, después de solo un momento, acepto y siguió sonriendo mientras se iba de la mano de un hombre del que no recordaba siquiera su nombre.



Cualquiera diría que se despertó temprano, pero la realidad es que no durmió, solo cerró los ojos y disfruto del cuerpo de la mujer que había conocido unas horas antes. Su mente divago por los senderos de la ilusión y la melancolía, veía parajes donde ambos se tomaban de la mano y caminaban juntos por una vida compartida, veía aun sin querer las imágenes de su partida, predestinada en unos cuantos minutos más, y el vacio que dejaba en su ser, estas visiones le provocaban un fuerte dolor en el pecho que le recordaban que ya debía irse.

Se levanto con cuidado de no despertarla, se vistió y fue a la sala con cierta incertidumbre, no sabía moverse por la casa, apenas recordaba cómo era, la noche anterior habían entrado y se habían besado en la misma sala que veía y por un momento, solo por un momento vio esa escena y todas las demás mientras veía el departamento, veía como se besaban en el sofá, veía como se habían desvestido el uno al otro mientras caminaban hacia la recamara, y finalmente veía como ella comenzaba a dudar...Fue hasta la cocina y encontró un refrigerador medio vacío. Tomo sus cosas y las llaves que ella había dejado caer descuidadamente en el sofá la noche anterior y salió.

Regreso y comenzó a preparar un desayuno para dos. Fruta y pan tostado, un vaso de jugo y café. El comió el suyo en el silencio de la casa mientras intentaba no seguir recordando sus hermosos ojos, su tersa piel, el aroma de su cuerpo. Intento concentrarse en recordar su nombre, sin éxito. Dejo servido el otro desayuno, y le agrego una nota con unas palabras que él creía solamente tiernas pero que estaban confeccionadas con la delicadeza del poeta y firmo con su número de teléfono, queria el anonimato, queria ser solo una sombra entre unos vagos recuerdos, queria engañarla para asi convencerse de que no le interesaba. Fue hasta donde estaba esa linda mujer que le había hecho sentir el cielo en cada beso; le arreglo un mechón de cabello para poder verle el rostro por completo y le dio un beso en la mejilla, un beso de despedida, su pecho le decía que no se fuera, titubeo un momento, pero decidió irse. Ya estaba acostumbrado.



No había soñado con nada, y había estado somnolienta y sin querer levantarse, el beso de unos labios que esperaba siguieran ahí cuando abriera los ojos la despertaron y volteo a donde debía estar ese hombre que la había comprendido y respetado, que solo habia sonreido cuando sus manos nerviosas habian sacado el regalo de una amiga, el hombre que le habia quitado ese regalo de las manos y la habia abrazado, el hombre que habia sido su caballero una noche antes y a cambio encontró un vacio que no supo explicar, volteo a la puerta y alcanzo a vislumbrar una silueta saliendo. No sabía qué hacer, no sabía que sentir, no sabía si estaba bien dejar salir las lagrimas que apuraban por derramarse, no sabía si era correcto sentirse tan vacía por algo que ella misma había provocado. Dejo que sus sentimientos salieran mientras abrazaba la almohada y recordaba el calor de los brazos que la habían acompañado durante la noche.

Se levanto más por costumbre que por otra cosa, busco sus llaves y no las encontró, recordó la escena que se había sucedido la noche anterior y supo donde buscar sus llaves a la vez que sentía la necesidad de llorar. No las encontró y no le importo, se sentó en el sofá y siguió llorando por unos minutos más, se sentía desolada y culpable, pensaba en lo que preguntarían sus amigas y lo que les diría, pensaba en lo que ella se diría a sí misma para compensar el vacio que se extendía por toda su casa.

Fue hasta la cocina, quería abrir el refrigerador que sabia estaba vacío, solo buscaba un poco de leche y en su lugar encontró un desayuno en la barra de la cocina, colocado con cuidad, casi con amor se permitio pensar; fue mayor su sorpresa cuando vio una nota y ni siquiera se percato que junto al desayuno estaban las llaves que buscaba. Comenzó a leer y con cada palabra que leía su sonrisa se ensanchaba, igual que su pecho e igual que las ilusiones que no se había permitido hacer mientras estaba envuelta en los cálidos brazos de aquel desconocido. Tomo el desayuno con tranquilidad mientras pensaba cuando sería correcto marcarle, una dama debía darse a desear.

2 comentarios:

  1. SORPRENDIDA !!!!! asi me dejaste y es lo unico que puedo comentar :)

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  2. Después de tomarme el tiempo que esto se merecía me doy cuenta que tienes una excelente forma de describir la lijereza del libertinaje casi permeada del romance, tanto que la historia se vuelve engañosa pero a la vez interesante. Bien como has dicho, a donde ha llegado la caballerosidad y el respeto de una dama, pero queda en cada uno de nosotros conservarlo lo más intacto posible

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