sábado, 2 de mayo de 2009

Sueños...


Era tarde y el cansancio se hacia notar. El frío en la calle era intenso y hacia que su cuerpo se entumiese y desease con gran fuerza el llegar casa.

La bienvenida del acogedor apartamento la disfruto como nunca antes y mientras se quitaba el húmedo abrigo y lo dejaba tirado a la entrada pensaba en su tullido sillón. Se recostó y no tuvo que hacer nada mas, el duende lo había estado esperando y le dejó suficientes polvos en el sillón para que el mundo de los sueños se presentase de inmediato...

Siempre había imaginado que sus sueños estarían rodeados de algodonosas nubes blancas, pero su desilusión era siempre causada por la densa neblina que los cubría, que lejos de ser agradable provocaba miedo e incertidumbre. Igual los paisajes, el escuchaba a la gente decir de los hermosos paisajes que tenían mientras soñaban que volaban, pero el nunca había soñado algo así. Él no solía recordar sus sueños, y no sabía antes de comenzase a dormir que recordaría éste.


Había un hombre joven, de cabello ondulado y desarreglado, vestía con mezclilla y un saco raído. Los lentes le hacían parecer intelectual aunque su físico fuese atlético.

Era él mismo, lo sabia, de esa forma tan simple que tienen los sueños para que sepas todo y nunca te enteres de nada. Caminaba por las calles oscuras de un pueblo, sabía que era un pueblo y también que no era muy grande.

Le impresiono ver tantos detalles, como las calles empedradas, o los grandes portones de las casas, hechos de madera gruesa y vieja. Le impresionaba más el poder ver las hojas de los árboles caer y caer llevadas por el viento sin tocar nunca el piso, como si el viento mismo las disolviera antes de que cayeran. Le fascino la brisa calida que corría a su lado en las calles, pasaba deprisa y regresaba.

No fue hasta que llego al centro del pueblo y vio congregada una muchedumbre en que reparo sobre la ausencia de gente en todo su trayecto, pero no le tomo importancia, aunque lo recordara a la mañana siguiente. La gente se veía borrosa, como si algo malo hubiese con ella, el miedo en su corazón se hacia presente en cada paso que daba. Sus gritos de poco importaban, el personaje que veía y sabia era el mismo no se detenía. Todo lo contrario se le veía curioso, al hombre del saco desgastado. Se le veía acercarse con cautela a la gente y sorprenderse con los rostros lisos de los pueblerinos.

Si, rostros lisos. Gente sin rostro habitando un pueblo perfecto. Gente que no habla, gente que entiende y piensa. Gente que atemoriza, y gente que mata.

El hombre del saco raído caminaba impactado unos pasos hacia atrás y la gente le habría el camino para que pudiera pasar. Le respetaban y el lo sintió. Le permitieron ver el motivo de su reunión.

Una niña aparentando 13 años, pues el sentía que su alma era mucho mas vieja que su cuerpo; podía sentir como la niña arrastraba su mente por las piedras de la calle e intentaba tomarlo para saber como había llegado. El hombre camino. Lento e inseguro pero decidido. Llego hasta donde estaba la niña.

A la mañana siguiente no recordaría bien su encuentro con la niña, pero nunca olvidaría la forma en que le beso la mano al saludarla, y como ella le hizo una sutil y elegante reverencia. Recordaría como la niña le hablaría con la boca que sí tenia, como le escucharía con los oídos que sí poseía y más que otra cosa, recordaría los hermosos ojos grises de la niña. Ojos en los que no se reflejaba nada, unos ojos ausentes de vida pero llenos de luz.

Los ojos de la muerte. Es lo que él sabia. La muerte guiaba a los hombres como ovejas a sus sitios de descanso. El estaba en un pueblo donde la gente descansaría pero no hablaría, no escucharía. Vivirán eternamente unos con otros pero nunca se conocerían. Trabajarían juntos y dormirían juntos, pero nunca sus almas se unirían. Al final morirían juntos y renacerían juntos para volver a actuar en el teatro de lo imposible, para que un soñador los recordase a la mañana siguiente...existirían siempre en sueños ajenos...tomando la energía de un ilusionista que les diese vida...aunque fuese por unos momentos...


David despertó llorando. La tristeza de su sueño era tan grande que no podía articular palabra y su cuerpo se sentía agotado. Lo primero que recordó fue a brisa y las hojas jugar juntas en el pueblo, con la armonía que la gente sin rostro nunca alcanzaría a tener...el resto, lo vería a lo largo del día, mientras intentaba soñar un mejor futuro para la gente, la gente sin rostro que habita los pueblos en los que anda…

1 comentario:

  1. Valla forma de soñar !!!!

    Hasta que punto los sueños son solo eso y no un reflejo de nuestra realidad???

    Salu2

    Me gusto, pero sigue faltandome algo, porque te gusta dejarme a medias?? :P

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