sábado, 9 de mayo de 2009

Más...Alucinaciones...


La luz de la mañana molestaba sus ojos y no le permitía ver con claridad la luminosa mañana.

Camino por la aldea sorteando gente que se le saludaba con respeto y temor, el no podía notar nada extraño, siempre le habían tratado así y él sabía porque, nunca había sido diferente, siempre que se levantaba caminaba en busca de su padre para ir a tomar los alimentos. Nadie podía tocarlo siquiera, el contacto con los demás estaba vedado, era tabú.

No obstante esta mañana era diferente, así como lo habían sido las últimas mañanas desde que llegara el extraño hombre. La gente le miraba y le saludaba con el debido respeto, pero les notaba un poco diferentes, distraídos y preocupados. Era normal, pensó para sí cuando veía ya a su padre esperarle parado con la calma de siempre, tan normal que era preocupante. El hombre tenía la marca de los dioses, y ya había en estas tierras un emisario: él.

Nunca le había molestado ser un emisario, lo había afrontado desde pequeño y estaba acostumbrado. Pero ese hombre parecía un impostor, pues tenía una de las marcas más importantes, sin embargo no todas. Sus ojos estaban llenos de tinieblas, tan densas como el ambiente a su alrededor.

Llego con su padre y todo siguió el curso normal de las cosas: comida, plática de política y finalmente la gente que les acompañaba se dispersaba. Su padre era el jefe de la aldea, el resolvía con astucia y justicia los problemas entre aldeanos y preveía los problemas poniendo las soluciones pertinentes. Su padre hacia bien las cosas, es algo que le habían enseñado las generaciones anteriores, y es algo que él debía aprender. O eso suponía, pues su futuro era incierto, tanto o más como el del extraño visitante traído por las olas.

La noche llego como siempre, lenta y segura. Vio a su alrededor la gente ir a refugiarse a sus casas, y a los jóvenes salir juntos y a los ancianos seguir sentados en alguna hoguera, refugiándose en el calor y los recuerdos de antaño. Era tiempo de visitar a su abuelo, quería respuestas a preguntas que aun no lograba formular del todo bien, pero sabía que con su abuelo podría hacerlo. Camino entre la jungla con el atardecer a su izquierda, los sonidos de la jungla no le molestaban eran tranquilizadores, el cantar de las aves antes de disponerse a dormir era una sinfonía de la que gustaba y la disfrutaba siempre que podía. Llego al claro de su abuelo, y se sentó a su lado sin decir palabra, sin anunciarse, no era necesario. El viejo le miro en el reflejo del agua del cuenco, tenía una sustancia oscura y cristalina, el viejo solía beber cosas extrañas, brebajes brujeriles, era el chaman de la aldea.

--Todo sigue como siempre, el mundo no ha cambiado—fue una afirmación, no una pregunta.

--He caminado muchos años en esta tierra y no recuerdo que la montaña se moviese, el mundo no cambia, es la gente la que cambia…y lo hace lentamente…muy lentamente—El viejo hablo con la parsimonia de siempre, y tenía razón, como siempre. En verdad el mundo no cambiaba.

--Pero llegaron nubes de tormenta a posarse en la aldea, y la gente comienza a cambiar

--Es cierto, es cierto…la gente comienza a cambiar, pero tu padre sabrá que hacer para que todo siga normalmente. Es un hombre sabio. Bebe, te hará bien—La última frase le dejo helado, y olvido lo que le había dicho antes. Su abuelo no daba de sus brebajes a nadie, solo el chaman podía beberlos.

--Pero…no se supone que…

--Bebe, tienes mi sangre en tus venas y tomaras mi lugar cuando me vaya…bebe

No discutió, tomo el cuenco y bebió, tenía un sabor amargo y fuerte, pero no sabía mal, era grato y fresco. Ideal para estas noches de verano. No sabía lo que contenía ese brebaje, ni llegaría a saberlo nunca, sus efectos comenzaron a presentarse solo unos minutos después, el ligero mareo le hizo sentirse bien, más tranquilo y relajado.

--Con esto puedes ver la verdad de las cosas, esto es solo el inicio de tu preparación, en unos días podrás hablar con los grandes espíritus, y podrás pedirles y ordenarles solo con la voluntad de tu alma.

No le sorprendió esto, lo había presentido desde hacía mucho. Bebió un poco más y comenzó a ver a su alrededor; la noche se había hecho presente en su totalidad, los arboles bailaban al son del viento y el viento corría por el bosque como amo y señor. Volteo al cielo y vio la hermosa luna que tenia detrás de su un extraño espectro de sí misma, una oscuridad la rodeaba y al igual que a todo a su alrededor, los arboles y el fuego mismo eran inciertos ahora, podía ver el árbol y su espíritu, podía ver el fugo y los gritos de furia de los espectros que habitan el intempestivo elemento danzando entre las piedras alrededor de la hoguera, siempre cerca de las llamas que les hablan. Podía oír los gritos de la jungla y estos le provocaron escalofríos, podía ver en el cielo las estrellas caminar y la luna orquestar los pasos de las eras, podía ver la dualidad del astro y ver el lado oscuro de la luna, podía verlo con la claridad que proporciona el sol a medio día, y sin embargo no sabía porque su cuerpo se debilitaba y su corazón se oprimía con la fabulosa imagen de la luna, brillante y luminosa rodeada del aura de oscuridad que había llegado hacia poco. Pensó en los presagios y las premoniciones, y entonces cayó tendido a un lado de su abuelo.

--Vamos, llévenlo. No tenemos toda la noche, debemos terminar con esto…o los dioses no nos perdonaran—La voz del viejo se escucho atronadora en el claro, y de entre los arboles circundantes salieron hombres con mascaras y tomaron al joven de cabellos blancos que yacía a un lado del viejo. El silencio más profundo se hizo presente en la selva, y la luna se veía con una aureola roja, presagiando sangre.

El viejo se levanto y siguió a los hombres con un paso que no era normal de un viejo, y el llego antes que los hombres a la playa donde les esperaba una canoa.

El Chaman imponente ante el fuego que marcaba el camino a la canoa esperaba la llegada de los otros hombres, su vista estaba fija en la isla que solo él veía a lo lejos en el mar. Llegaron casi al mismo tiempo los dos grupos, uno de la jungla y otro por la playa, desde el sur. Vio a dos hombres de cabellos blancos ser cargados con cuidado y depositados en la canoa. El subió con ellos y comenzó a remar, la fuerza que aún conservaba era sorprendente y sus facciones a la luz de la luna no dejaban ver el menor sentimiento de humanidad, no podía permitirse sentimientos teniendo dos monstruos con él y una legión de espectros rodeando la canoa…

1 comentario:

  1. :-o

    Esta bien, aunque la verdad no me gusto mucho :P

    Te sigo leyendo !!!!

    Bye !!

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