jueves, 7 de febrero de 2013

Un legado en tinta roja y negra: Parte 1


Rosario se encontraba a unos 50 km al norte de la ciudad de México y como a 5 de la vieja casa de su abuelo. Él había muerto, pero eso no había hecho que se fuera. Sus enseñanzas y su persona habían sobrevivido al paso del tiempo, habían permanecido dentro de ella. Eso le habían comenzado a decir algunos años después de su muerte y ella no se había molestado en negarlo, incluso le agradaba parecerse en algunas cosas a ese anciano que tanto le enseñó.

Pero esa noche estaba haciendo una de las cosas que no le había enseñado ni él ni su familia y por la que había llegado a discutir mucho con muchas personas que la rodeaban. Esa noche de luna nueva ella estaba sola en la cima de un cerro en medio de la nada con el solo propósito de ver las estrellas. Y había estado haciendo lo mismo los últimos meses. Era ya una pequeña rutina de cada semana.

Todo comenzó cuando salió de trabajar para poder estudiar Astronomía. No había estudiado nada que se relacionase con eso, y tampoco serían estudios que le dirán beneficios directos en su vida laboral y debido a eso es que había tenido problemas con sus padres. Pero al final, saco lo obstinado que le había dejado su abuelo, y estudio Astronomía.

La noche era grata. Un poco fría, pero no tanto como para hacerla insoportable y lo suficiente para disfrutar del cafe que llevaba. Tapo el termo y lo guardo en la maleta. Ya casi terminaba de subir el cerro y llegar hasta su lugar de siempre. Bajo su brazo izquierdo llevaba su telescopio. En la derecha la bolsa con el cafe y bocadillos. En esa misma portaba una lampara con la que iluminaba su camino.

El cerro lo había elegido de la manera mas arbitraria posible. Solo porque estaba alejado de cualquier pueblo y porque estaba lo suficientemente cerca. Había varios cerros más alrededor, pero ese le había gustado por alguna inexplicable razón. También, nadie sabia que iba a ese cerro. Había dicho a todos una mentira piadosa y les decía que iba con un grupo de aficionados al bosque de chapultepec, donde se quedaban hasta la madrugada aprendiendo y enseñando cosas astronómicas. Era la única manera de mantener a su familia tranquila. Fue gracias a la combinación de estas circunstancias y no tanto al aspecto de la niña lo que le asusto y preocupo. O quizá fue el hecho de que sabia su nombre. De cualquier manera, después de que había ubicado a Orion y antes de que sacara sus cartas escucho unos pasos que se acercaban sin ningún sigilo hacia ella.

--Hola buena noche. Hem…¿Rosario?
--Este…
--Disculpa, debes estar sorprendida. Soy Mariana. Un conocido me comento que estarías aquí el día de hoy, y me pidió que te visitara y te diera un mensaje suyo. Me refiero a Juan Carlos, debes conocerlo. ¿o no?
--Este…si, pero nadie sabe que estoy aquí. No le dije a nadie. Y tiene mucho que no hablo con él.

La chica no podría tener mas de 18 años. La información que tenia era correcta, tan correcta que daba miedo. Y Rosario no sabia mentir. Al menos no sin haber practicado antes frente al espejo. Por lo que el miedo se dibujo en su rostro con total claridad, tanta que incluso a la tenue luz de la linterna la chica pudo distinguirla.

--Disculpa. No es mi intención hacerte nada. Parece que Juan tenia razón, cambiaste mucho con los años. Creo que ahora nada es como yo lo conozco. Pero no te preocupes, te explicare como conozco a Juan y a Rogelio. Aunque de él solo me se las historias. Y no son muchas. Pareciera que nadie quiere hablar de él.

>>Lo diré sin mayores preámbulos. Soy del futuro, soy la nieta de Juan Carlos. Y se que esa cara que estas poniendo es de que me metí algo, pero puedo probarlo. No creerás que si vine hasta aquí a decirte algo tan disparatado y no traería pruebas, ¿o si? Mira, ten.

Y entonces saco de una mochila que traía a la espalda un pequeño libro. Un cuaderno. Rosario lo reconoció al instante. Era su cuaderno de notas. El mismo cuaderno de notas que tenia en su mochila y donde cada noche desde que había comenzado a salir a explorar el universo anotaba lo que había visto.

Tomo entre sus manos el cuaderno y paso las hojas rápidamente. Ese cuaderno, a diferencia del que aun estaba en su mochila estaba lleno. Tenia notas Astronómicas exactamente iguales a las que ella tomaba, solo que con fechas que aun no pasaban. En ese instante volteo a ver a la chica con una completa cara de incredulidad.

--Si, lo se. Todo parece real. Excepto porque si ese cuaderno fuese del futuro estaría viejo. Una vieja creencia de los tiempos sin viajes en el tiempo. Pero lamentablemente no se puede transferir materia a través del tiempo. Por eso he copiado los datos del original a ese cuaderno, que busque que fuera igual para dejarlo lo más parecido posible. Pero los datos que están ahí escritos son exactos. Tus los calculaste.

Y entonces fue al inicio del cuaderno, pasadas la primera decena de hojas encontró escrito con lo que parecía ser la nota de esa noche, una nota que aun no escribía:

"Maravilloso. ¡¡Mi primer estrella fugaz!! Vista a la 1:32"

El resto de la nota decía las coordenadas donde aparecería. Volvió a voltear hacia la chica, ahora con menos incredulidad, pero sin estar convencida. Una sonrisa se dibujo en los labios de Mariana. Una sonrisa que Rosario ya había visto antes en el rostro de Juan. Una sonrisa entre divertida y burlona.

--A ver Rosario. Dime, ¿qué ganaría alguien viniendo aquí, en medio de la nada a decirte una sarta de tonterías? A menos claro, que no sean tonterías. Aun faltan poco más de 2 horas para que pase la estrella fugaz. Déjame contarte una historia. Al final tu deberás decidir si creerme o no. Pero de que me creas surgirá una elección que deberás tomar, no ahora pero tarde o temprano llegara el momento.


>>No te voy a decir que el futuro es una distropía donde las maquinas controlan el mundo y el ser humano ha sido diezmado. Eso es muy tonto. De acuerdo a mi abuelo, Rogelio decía que la humanidad, como sistema complejo es un sistema muy estable. Decía que durante toda la historia conocida no ha habido un cambio brusco en la humanidad. Todo cambio en la humanidad es gradual, al menos todo cambio que realmente perdure en la memoria de la humanidad.

Pero cuando alguien alcanza a ver que su trabajo puede repercutir grandiosamente en la humanidad, quizá no en ese momento pero si en algún momento, Rogelio creía que se debe detener a pensar, comentarlo con sus amigos y después decidir que hacer. Mi abuelo dice que eso fue lo que hizo Rogelio. Poco sé de Rogelio. Solo me dijeron, tu y mi abuelo, que fue amigo suyo. Que era una persona alegre y dedicada a su trabajo y a las personas que le rodeaban. Su trabajo es ampliamente conocido en mis tiempos.

Nunca lo supe, hasta poco antes de mi viaje. Pero tu y Rogelio harán un descubrimiento único. Y para variar, será a través de un accidente en medio de una tragedia. Según lo que me contaste, allá en el futuro, dentro de un par de meses habrá un terremoto de gran magnitud. Uno que cimbrara la gran Ciudad de México hasta sus antiguas raíces en la gran Tenochtitlan. Pero esta historia será mejor si la escuchas con tus propias palabras.


Y acto seguido Mariana le tendió una pequeña caja. Rosario la abrió y vio un dispositivo cuadrado, pequeño y de color verde. A su lado había un par de audífonos que estaban conectados al dispositivo verde.

--¿Esto es del futuro? Pero si esto ya es viejo, de hace un par de años--Dijo Rosario.
--Los viajes en el tiempo no son en ningún modo como los has imaginado. No se puede transferir materia, solo energía. Y no de la forma en que la ciencia y tecnología actual lo han planteado.
--¿Entonces, como es que tu viajaste?
--Todo a su debido tiempo. Primero escucha.

Se colocó los audífonos y prendió el dispositivo. Ella había tenido uno igual un par de años antes, así que no tuvo ningún problema. Busco entre la colección de canciones y solo encontró una pista de audio. La reprodujo y una voz muy familiar comenzó a salir de los auriculares. Una voz de cierta forma diferente y de otra forma muy similar a la suya propia. Era una voz cansada la que le hablaba:


Continúa en una semana...

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