martes, 15 de enero de 2013

Katoka


Camino junto con ella y escucho su platica que era solo un pequeño sonido de fondo para el espectáculo principal. Su atención estaba toda enfrascada en sus pestañas que delineaban un par de ojos almendrados, oscuros e infinitos. Destacaba mucho por la tez clara y la amplia sonrisa de sus labios. Sus labios, tersos y carnosos que se movían con ritmo por su hablar que a sus oídos era más como un cantar.

Siguió caminando con ella y sus pasos le llevaron a in complejo e indistinguible camino que culmino en la puerta de un apartamento. No recordaba ni la mitad de las calles y parques que habían pasado. Ni de los lugares que habían visto en el camino. Pero sabia que ahora estaba con ella en el apartamento. Bajo su pesada mochila y se recorrió con mirada curiosa el lugar. Le interesaba todo acerca de ella. Desde sus perfectos labios hasta su maravillosa mente. Y de alguna manera le gustaba poder estar en un lugar tan privado, tan intimo. Así que siguió viendo los muebles y el orden. Le gustaba como pensaba y le gustaba como había acomodado las cosas. Era practica y sencilla. Ella era muchas cosas, y casi todas le gustaban. Para él era ya un caso perdido. Era un punto sin retorno.

Ahora que había visto el lugar, que le era familiar se sentó en el sillón y le hablo para que tuvieran una platica muda, una platica donde se dirían mucho y donde hablarían poco. Utilizarían un lenguaje viejo, incluso más que el de las palabras. Fue por esos que volvió a probar sus labios y volvió a confirmar que eran dulces y embriagadores.

Después de un largo momento de deleitarse con tal almíbar tuvo que separarse y voltear, lentamente muy lentamente, para ver sus ojos. Eran apasionados y tiernos. Con un deje de inocencia y picardía. Eran todo contradicción que invitaba a la irreflexión. Eran hermosos.

Pronuncio dos palabras que fueron contestadas en silencio. Hubo una pequeña, pequeñísima charla de miradas y entonces los labios recibieron ayuda. Cuatro manos se enredaron y buscaron entre dos cuerpos aun vestidos. Y buscaron y se revolcaron y lograron encontrar el camino perfecto al placer. Las manos ocuparon el lugar de las ropas y se calentaron con ellas, que eran tibias y juguetonas. Divertidas dirían los labios si no siguiesen ocupados.

Hubo uno o dos momentos de duda. Se plasmaba en los rostros y se eclipsaba por los labios. Se olvidaron en el infinito de las caricias. Poco se dijo antes y aun menos se dijo después. Pues todo lo que callaban se había dicho ya más de una vez.

1 comentario:

  1. Qué ha pasado contigo amigo, siento que vas escribiendo, te vas dejando llevar, pero llega un momento que no quieres continuar y terminas todo de tajo. Me gusta, estas tomando un estilo diferente, pero como que llegas al clímax de la historia y no logras hacer la gaussina, te vas de picada al final. Te recomiendo que mezcles sentimientos, juegues con ellos como una buena curva con subidas y bajadas... Lo siento... pero no soy crítica literaria soy una mortal ingeniera, jajajaja... perdón maestra... jajajaja

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